Fútbol bajo mínimos en un clásico que llenó páginas y horas de televisión en las semanas previas, pero que no respondió a las expectativas entre un Barça que genera muchas dudas en su fútbol y un Real Madrid que no es capaz de generar ocasiones, pese al control del juego.
El empate sin goles escenifica lo vivido en el Camp Nou, un punto para cada uno para dejar la clasificación como estaba, con el Barça, líder por mejor diferencia de goles.
El espectáculo futbolístico fue de serie B. Pocas veces el Barça se ha visto inferior al Real Madrid últimamente, pero los dirigidos por Zinedine Zidane pecaron de falta de gol, porque su fútbol fue de fogueo, sin ocasiones claras.
El Barça jugó a lo que puede, a buscar el desequilibrio delante en alguna acción de alguno de su tridente ofensivo, y el Real Madrid masticó el partido con Federico Valverde y Casemiro como principales referentes.
El Real Madrid jugó a lo que quiso desde el inicio. Con una media más contundente, los de Zinedine Zidane controlaron la situación, presionaron muy arriba, se llevaron prácticamente todos los rebotes frente a un Barça que lo fió todo a la calidad de sus delanteros.
¿Hubo mano del árbitro?
Sergio Ramos, capitán del Real Madrid, aseguró que “se ve claro que son dos penaltis” no señalados a favor de su equipo en dos acciones de Raphael Varane en la primera parte, aunque no se quedó con eso y resaltó la imagen repleta de “personalidad” que mostró su equipo en el Camp Nou para sacar un punto.
“Lo hemos visto en el descanso y se ve bastante claro que son dos penaltis, pero no se puede cambiar nada, el VAR está para ayudar y se puede consultar con dudas. No ha sido así. Son cosas que pasan en el fútbol y con lo que nos tenemos que quedar es con que se ha visto a un gran Real Madrid, con personalidad, presionando arriba. A pesar de que no es el resultado que queríamos nos vamos contentos”, aseguró.
Ánimos caldeados
El partido estuvo marcado por los incidentes violentos protagonizados por independentistas catalanes.
El miedo a la movilización convocada por el colectivo Tsunamni Democratic había llevado a la aplicación de un fuerte dispositivo de seguridad, que finalmente tuvo que actuar contra radicales violentos fuera del estadio durante el partido.
Estos manifestantes independentistas se enfrentaron a la policía levantando barricadas con contenedores incendiados y tirando objetos a los agentes en unos incidentes en los que doce personas tuvieron que recibir atención médica, mientras en el interior del estadio se pedía al público evitar a la salida el lugar de los enfrentamientos.
Antes de estos enfrentamientos más graves, miles de personas habían cortado el tráfico a las puertas del Camp Nou, sin mayores problemas.
La protesta tuvo continuación dentro del estadio con la exhibición de pancartas con el lema “Spain, sit and talk (España, siéntate y dialoga)”, para pedir diálogo entre el gobierno central y las autoridades regionales independentistas.
Tras los desmanes, al menos doce personas requirieron atención médica.
Es un balance menos grave que el que esperaban las autoridades ante las amenazas de disturbios que habían motivado la postergación del partido, que debió jugarse hace dos meses, justo cuando las protestas sociales en Cataluña arreciaban, lo que forzó al gobierno y a los directivos de la Liga a reprogramarlo e, incluso, a deslizar la posibilidad de que el partido se jugara fuera de España.
Al final, el poco espectáculo que ofrecieron blaugranas y merengues, ayudó a que los hechos de violencia tuvieran un despliegue mediático mayor al que pudo haber tenido si el fútbol se hubiese hecho presente sobre el césped del Camp Nou.