En el corazón de Cataluña, donde el fútbol es más que una religión y cada zurda talentosa evoca recuerdos imborrables, una nueva historia comienza a escribirse. Lamine Yamal, para muchos el heredero natural de Lionel Messi, está cada vez más cerca de firmar la renovación más importante de su corta pero brillante carrera. Esta vez, el FC Barcelona parece haber aprendido de los errores del pasado: nada de contratos faraónicos que asfixien la economía del club, nada de renovaciones anuales que sumen incertidumbre. El objetivo es claro: blindar al joven prodigio hasta 2030 y construir en torno a él un proyecto sostenible y ganador.
Desde enero, los despachos del Camp Nou trabajan intensamente para sellar el vínculo con quien ya es considerado el mejor jugador del mundo en ciernes. Su contrato actual finaliza el 30 de junio de 2026, pero el Barça quiere adelantarse a cualquier posible fuga de talento y cerrar cuanto antes un acuerdo con todas las partes. Según reveló recientemente El Chiringuito, Lamine pasará a cobrar un salario cercano a los 8 millones de euros anuales, cifra que lo convertiría en el tercer mejor pagado de la plantilla dirigida por Hansi Flick.
Es una cifra alta para un chico que apenas superará la mayoría de edad en julio, pero aún así, distante de los montos que en su día desestabilizaron la economía del club. Basta recordar que, según El Mundo, el último contrato de Lionel Messi alcanzó los 555 millones de euros, con un salario anual estimado en 138 millones. Una cifra astronómica que, según muchos expertos, marcó el principio del fin de la era más gloriosa en la historia del Barça. Hoy, la apuesta por Yamal es firme, pero con los pies en la tierra.
Como se observa, el contrato de Messi en su última etapa en el Barcelona alcanzaba los 138 millones de euros por año, mientras que el nuevo contrato proyectado para Yamal se estima en apenas 8 millones anuales —más de 17 veces menos. Esta diferencia refleja el cambio de enfoque económico del club catalán.
Joan Laporta, presidente del club, ha sido enfático: “Su renovación está hablada, pero no está firmada. No está hecha, pero sí trabajada. Está feliz en el Barcelona. La ficha debe estar acorde con su rendimiento y no con su edad”. Y añade un mensaje clave: “Está llamado a ser el mejor jugador del mundo y está bien aconsejado. Su entorno y su agente, Jorge Mendes, han sido grandes aliados”. Laporta quiere evitar improvisaciones, como aquellas que acompañaron el ocaso de Messi en el club. Esta vez, el camino será distinto.
Una de las decisiones que marcan esta nueva era será simbólica, pero poderosa: cuando Lamine Yamal cumpla 18 años este verano, heredará el dorsal 10. Un número sagrado que en su momento llevó Messi y que después pasó fugazmente por Ansu Fati. Será un gesto de confianza, de responsabilidad y también de cierre de heridas. Porque desde la traumática marcha de Leo en 2021, el barcelonismo no había encontrado una figura con la que soñar a largo plazo. Ahora, con Yamal, la ilusión vuelve a encenderse.
Más allá de los números y los dorsales, hay un proyecto. En el club saben que mantener a Yamal no se trata solo de dinero. “En su primer contrato importante, le consolidamos los bonus en fijos, y así estaba contento. Pero es importante que se sienta querido, que haya éxitos colectivos... y eso lo sabemos hacer”, insiste Laporta. El Barcelona quiere volver a ganar, pero sin hipotecar su futuro. Con Yamal como estandarte, la fórmula parece estar en construcción.
Mientras tanto, el primer equipo no volverá a jugar partidos oficiales hasta agosto, debido a su ausencia en el próximo Mundial de Clubes. El verano será para giras en Asia, entrenamientos y fichajes. Pero también para cerrar con broche de oro la renovación del chico que, sin prisa pero sin pausa, se ha convertido en el nuevo ícono de la generación culé. Lamine Yamal, el niño que nació en Esplugues pero que lleva el Camp Nou en la sangre, se prepara para firmar su historia. Y esta vez, el Barça parece decidido a no volver a tropezar con la misma piedra.
