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La hinchada del cuadro rojo llegó al Atanasio para acompañar al equipo, a pesar de la lluvia que cayó en la tarde en Medellín. Los aficionados del DIM, alentandos por la Rexistenxia Norte empezaron a corear al unísono el himno de Antioquia.
“Oh Libertad que perfumas”, se escuchó en los primeros segundos, pero un par de segundos después los aficionados que llegaron a las tribunas del Atanasio se sumaron y se escuchó el resto del himno a capela.
Cuando terminaron los actos protocolarios, los jugadores del DIM se saludaron con los de Magallanes y después se pararon para aplaudir a los aficionados. La iniciativa la tomó Daniel Torres. El resto de jugadores lo siguieron.
Antes de que el juez central del partido, el brasileño Wiston Sampaio, pitara el inicio del partido, la voz oficial del estadio anunció que la Conmebol en este partido le hacía un homenaje al rey Pelé, que falleció el pasado 28 de enero.
En los primeros minutos del partido, con el balón ya rodando y los fotógrafos de los medios de comunicación ubicados en la parte de atrás de los arcos, el Atanasio se convirtió en un infierno para Magallanes.
La cancha estaba mojada por la lluvia que se vino en la tarde de este miércoles y Medellín y los jugadores chilenos se empezaron a resbalar. Además, los aficionados del rojo empezaron a cantar como endiablados, a todo pulmón, las canciones que aturdían a los rivales.
“Rojo sos mi vida, mi vida, vos sos la pasión”, se escuchaba en las tribunas del Atanasio cuando el DIM hizo el primer gol del partido. Sin embargo, la incertidumbre que generó el VAR hizo que el Atanasio se comiera las uñas un par de segundos cuando los asistentes de Sampaio lo llamaron por un posible fuera de lugar que no fue.
Cuando se confirmó el gol, los hinchas del rojo siguieron gritando. Solo se escuchó de nuevo un silencio incómodo cuando el DIM hizo un gol que fue anulado por fuera de lugar. El eco que se produjo después del grito que quedó a medias fue impresionante: los hinchas pasaron de la alegría extrema al silencio de un velorio en 2 segundos.
Tal vez por eso, después del incómodo momento corearon “el día en que me muera, yo quiero mi cajón pintado azul y rojo como mi corazón”.
El juego continuó. Con los hinchas siguió pasando lo mismo de siempre: silbidos cuando el equipo rival se acercó al arco y canciones tanto a capela como acompañadas de los instrumentos de la murga.
Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Interesado en el periodismo narrativo y los deportes.