viernes
8 y 2
8 y 2
A las 5:07 p.m. del domingo 16 de abril, un comando de hinchas vestidos de negro atropellaron varias puertas de la tribuna Sur para ingresar a la fuerza. Así quedó registrado en las cámaras del estadio Atanasio Girardot de Medellín. La Policía y el personal de logística apostados contra las estructuras de hierro no fueron suficientes para contener la arremetida porque desde adentro del estadio otros hinchas estaban apoyando a los que irrumpieron con violencia.
Más que una turba espontánea actuaban como un grupo de asalto coordinado para entorpecer la fiesta de fútbol en la que el Atlético Nacional se debía enfrentar al América de Cali a las 6:20 de la tarde.
Fútbol no hubo. Por el contrario, la fiesta se convirtió en tropel y el resultado, en vez de goles y jugadas que quitan el aliento, fue de 89 lesionados —39 policías y 50 civiles—, 8 capturados, pérdidas por mil millones de pesos en los destrozos del estadio y la polémica pública que se desató acerca de cuál es la naturaleza real de las barras y cuál debe ser el alcance de su influencia en el manejo de los equipos.
Un hincha le contó a EL COLOMBIANO que desde cuando llegó a la tribuna, mucho antes de que comenzara el desorden ya el ambiente estaba tenso. El primer indicio de que nada o casi nada estaba en su sitio lo percibió al arribar al estadio y ver que los barristas encargados de la logística estaban todos de negro y no con la habitual camiseta amarilla de trabajo.
“Yo siempre me voy temprano y entro directo porque las puertas las abren dos horas antes, pero ese domingo llegué a las 4:30 y estaban cerradas. Era raro porque estaba jugando el equipo femenino del Nacional. Nos tocó esperar afuera”, contó.
Las motos del ESMAD iban y venían por los alrededores. La requisa para entrar fue tan exhaustiva que hasta a los más veteranos les voltearon al revés los bolsillos, les hurgaron por la pretina y les revisaron bien que no portaran correas, lo que casi nunca pasa. Y ni qué decir de los jóvenes: ni las gorras ni los tenis salieron invictos del escrutinio.
“Otra cosa extraña es que normalmente entro por la parte donde se ubica la banda de tambores y trompetas, y me dio la impresión de que ahí no estaban todos. Y cuando subí pude ver que en efecto parte de ellos estaban entre la gradería y la gramilla; pensé que de pronto era que le iban a celebrar un cumpleaños a alguno de los de un combo (que es como les dicen a los grupos de la barra)”.
Algo extraño estaba pasando. El ambiente estaba tan denso que daba tajada. En la llamada ‘cuchibarra’, conformada por las personas de más edad que se ubican en la parte superior de la tribuna sur para librarse del humo de la marihuana, de los gritos ensordecedores y de la vibración sísmica que se desata con los brincos de la hinchada, a una mujer entrada en años a la que llaman Marucha y es la mamá de uno de los líderes de la barra Los del Sur, le oyeron decir:
—Pipe me dijo que no fuera a venir hoy, que de pronto esto se ponía maluco.
Lo que dice la bitácora
EL COLOMBIANO tuvo acceso a la bitácora del PMU (Puesto de Mando Unificado) de ese día en el Atanasio y los detalles allí anotados permiten concluir que la trifulca no se produjo por generación espontánea.
En el PMU tienen asiento las autoridades de la ciudad así como cuerpos de seguridad y de socorro, entre otros. Suelen ir funcionarios de tercer nivel, pero ese domingo subieron el perfil: llegaron delegados directos de la Subsecretaría de Gobierno y de Subsecretaría de Seguridad. Y los líderes de Los Del Sur, Felipe Muñoz –sicólogo– y Felipe Ospina —a quien llaman ‘Pipe Bandido’—, que rara vez son invitados, estuvieron presentes.
El PMU comenzó a operar a la 1:03 p.m. Les preocupaba no los problemas que se pudieran dar por la rivalidades históricas entre las hinchadas de los “verdes” y los “diablos rojos”, sino el fuego amigo que se avecinaba de la barra Los Del Sur contra las directivas del Nacional. El capítulo del domingo era apenas uno más de la guerra que se desató desde hace cerca de un año, cuando el cuadro verde cambió a sus cuadros directivos (ver: ‘Diez hechos que pusieron en jaque al verde’).
El domingo, los líderes de la barra llegaron cargados de tigre al estadio. No podían aceptar que el equipo les hubiera suspendido privilegios como la asignación de 400 boletas de cortesía por partido y el contrato para la logística, es decir, lo que les pagaban por mantener la seguridad de la tribuna sur.
Días después se difundieron audios de fanáticos que se muestran como allegados a uno de los líderes, Felipe Muñoz, en los que hablan de lo que serían indicaciones dadas previo al partido para emprender una “guerra fría” contra el Rey de Copas y sus directivos y entre las que se incluía una supuesta “luz verde” para acabar con la Tienda Verde y hasta para atacar a los directivos del equipo. En esas grabaciones se decía que “la vuelta” iba a estar “brava el domingo” y así fue (ver: ‘Las indicaciones, según los audios’).
El PMU hizo un intento de negociación entre las barras y el equipo. El delegado de la Personería, César Julio Betancourt, por ejemplo, llamó a buscar el entendimiento entre las partes antes del partido.
Allí, Felipe Muñoz manifestó que el problema de fondo no eran las boletas. Sin embargo, minutos después, cuando los representantes del equipo confirmaron que definitivamente no les iban a dar entradas, Muñoz se radicalizó: llamó ineptos a los directivos y, según consta en la bitácora, los acusó de tener relaciones con paramilitares que –según él– han amenazado a los líderes de las barras y que poseen un esquema de reventa propio.
“En tono amenazante Muñoz dijo que no lo hicieran hablar porque iba a involucrar a mucha gente y hacía énfasis en lo que iba a pasar si no se solucionaba esto, que los 400 que le ayudaban en la logística estaban muy ofendidos, que él conocía cómo reaccionaban y no podía hacer nada para detenerlos”, dijo, adicionalmente, una fuente que estuvo en el PMU.
A todas estas los delegados del Distrito parecían convidados de piedra. No se inmutaban ante las acusaciones contra el equipo, no pedían respeto y lo único que hacían era presionar al Nacional para que diera su brazo a torcer con el asunto de las entradas. Esa suerte de complicidad en el PMU entre las barras y la Alcaldía se ratificó más tarde cuando el secretario de Gobierno de Medellín, Juan Pablo Ramírez, arremetió en contra del equipo. Asimismo lo hizo el alcalde Daniel Quintero. Ambos cuestionaron el uso de la violencia, pero atacaron al Nacional y respaldaron a las barras.
La tensión no cedía en el PMU. A las 2:00 p.m. mientras el cotejo “telonero” del torneo de mujeres transcurría sin tropiezos, seguían los preparativos como la ubicación de las ambulancias de forma que no les estorbaran al ESMAD.
El Coronel Mateus, jefe in situ de la Policía, dio su informe: “Se cuenta con 753 policías y cuatro escuadras de Esmad para el servicio. Se contará con un esquema de reacción en caso de ser necesario, representado por tres líneas de acción frente a desmanes eventuales en tribunas: todo asunto debe ser abordado inicialmente por la logística del equipo, si no es favorable la resolución entrará personal de uniforme verde de la Policía y si este no obtiene el control razonable y debido entrará el Esmad”. Era una batalla avisada.
Segundo tiempo
Tras un receso, a las 3:58 p.m. comenzó la segunda sesión del PMU con desbandada. Ya no estaban los representantes de la seguridad, ni del metro, ni del Nacional, ni los barristas, ni la Defensoría del Pueblo y la primera queja fue que a una reunión citada a las 3:00 p.m. no habían asistido los representantes del Nacional “por lo cual debíamos estar atentos a la evolución de la situación”.
El PMU se levantó a las 4:22 p.m. con el fin de alistar todas las posiciones para la apertura de las puertas. Luego del forcejeo de las 5:07, cuando los primeros vándalos penetraron en la tribuna sur; siete minutos después, el registro de los organismos de socorro y las autoridades indica con alarma que cerca de 400 hinchas vestidos de negro de la tribuna Sur hicieron replegar a la Policía derribando las dos primeras hileras de vallas ubicadas antes del campo de juego.
Para ese momento, el ESMAD defendía la tercera línea mientras ubicaba a más efectivos entre la tribuna Occidental Alta con Sur Alta, a fin de salvaguardar la posición del Puesto de Mando Unificado, hacia donde se dirigían los revoltosos. Ahí comenzó Troya, se agudizó el enfrentamiento a punta de extintores, astas de bandera, trozos de adobe, la silletería y cuanto objeto convertible en arma se atravesara.
Los hinchas que no participaban de la refriega corrieron para cualquier parte, despavoridos, añadiéndole dramatismo al caos ya existente. “En cámaras es consistente la imagen de vandalismo en puertas 1, 2, 3, 4, 5 y 6 de Sur, rompiendo chapas, pasadores, torniquetes, pasamanos de control de accesos, etc.”, describió en tiempo real a las 5:18 la persona del PMU que hacía las veces de relator.
Un minuto después el alcalde encargado, Óscar Hurtado, autorizó cerrar el estadio para que no entrara más público, pero era difícil amplificar los mensajes a la gente que aguardaba en los alrededores debido a que los operadores del sonido, que tienen su lugar entre las tribunas Sur y Occidente, justo en medio de la zona de candela, habían huido para protegerse.
A las 5:27 los hinchas enardecidos usaron una manguera contra incendios para atacar a la Policía y se generó una situación bochornosa porque nadie del estamento oficial pudo pasar para desactivar las llaves del agua pues tocaba cruzar por un área tomada en la Puerta Olímpica Sur. La orden fue “intentar hacer llegar personal de manera discreta hasta el sitio”, al estilo de las operaciones de espionaje.
Entre las 5:43 y las 6:00 p.m. hubo nuevas arremetidas por la puerta 1, 4, 5 y 6 de Sur, así como por las entradas 9, 10 y 11 de Norte y, sobre todo, ocurrió algo que significaría que en el plan también consideraron medidas para que los vándalos no fueran identificados: atacaron los lentes de las cámaras que desde lo alto iban registrando sus movimientos. Fuentes cercanas a la Secretaría de Seguridad indicaron que en total dañaron 17 cámaras.
A las 6:09 p.m y después de que la Dimayor anunció la suspensión del partido, la Alcaldía ordenó evacuar el Atanasio y la refriega se trasladó por unas horas hacia los alrededores. El partido áún no se juega.
El lunes y en el transcurso de la semana el campo de batalla han sido los medios de comunicación, en donde las posiciones de las partes se mantienen distantes y han aparecido una confluencia de intereses económicos y políticos que unen a la administración de Daniel Quintero con los dirigentes de las barras.
El viernes, la División Mayor del Fútbol Colombiano dio a conocer sus sanciones: tres fechas de suspensión de la plaza y tres fechas adicionales de suspensión de la tribuna Sur, así como una multa de $13’920.000.
El fallido partido Nacional-América se trasladó para el 4 de mayo y el equipo antioqueño tuvo que jugar el jueves a puerta cerrada en plaza prestada (Barranquilla) por Copa Libertadores ante Melgar de Arequipa, partido que ganó el verde 3-1 y que significó una derrota moral tanto para los líderes de las barras que alentaron el desorden, como para el alcalde Daniel Quintero que no prestó el Atanasio, como también para el equipo que pudo perder cerca de $3.000 millones en taquilla.
10 hechos que pusieron en jaque al verde
Luego de la salida de Reinaldo Rueda en 2017, después de dos años de trabajo y de darle el título de la Copa Libertadores de 2016, Nacional no ha podido consolidar otro proceso exitoso. Después de esa época han pasado 8 técnicos, entre ellos 4 extranjeros (Juan Manuel Lillo, Jorge Almirón Alexandre Guimaraes y Pablo Autuori) con resultados que incomodan a su fanaticada. Este hecho y las últimas decisiones deportivas y administrativas que no han sido del agrado de un sector de la afición, en especial a la barra Los del Sur, hizo que esta rompiera las relaciones con los dirigentes y tomaran acciones que hoy afectan al club y al entorno del fútbol en general. Aquí, un recuento de lo sucedido en los últimos 9 meses...
1. Déficit económico del club era alto
A mediados del año pasado, Atlético Nacional inició una reestructuración administrativa y financiera en busca de alternativas que le permitieran salir de la crisis económica que arrastraba desde 2018. El balance de 2022 arrojó pérdidas por $8.704 millones de pesos, cifra que, inclusive, pudo ser mayor tras la demanda que perdió con Cortuluá por el delantero Fernando Uribe y que ascendió a unos $12.000 millones. Las ventas de Yerson Mosquera (Wolverhampton) y Juan David Cabal (Hellas Verona) aliviaron un poco la situación.
2. Presidente más cercano a la barra
En ese momento la presidencia estaba a cargo de Emilio Gutiérrez, quien se inmiscuyó demasiado en la parte deportiva. Participaba en los entrenamientos y gozaba de buenas relaciones con los barristas. Gutiérrez alcanzó a celebrar el título 17 del Torneo Apertura (26 de junio ante Tolima) luego de cinco años sin festejos de los verdes en Liga colombiana. El equipo era orientado, de manera interina, por Hernán Darío Herrera, tras la destitución de Alejandro Restrepo que fue eliminado de la fase preliminar de la Copa Libertadores ante Olimpia.
3. Llega un nuevo vicepresidente
En julio se vinculó Benjamín Romero como vicepresidente ejecutivo. A partir de ahí a Gutiérrez lo encargaron solo del tema deportivo, en tanto que el nuevo dirigente llegó con tareas financieras, legales, operativas, administrativas, comerciales, de mercadeo y comunicaciones. También haría parte de la Junta Directiva y del Comité de Fútbol. Había trabajado para Alianza Lima, las federaciones de fútbol de Perú y Colombia y, su “gran pecado” para la fanaticada verde”, haber prestado sus servicios a Millonarios y supuestamente ser hincha de ese club.
4. Salida de Giovanni Moreno no gustó
El 8 de julio de 2022 el club anunció que no le renovaría el contrato a Giovanni Moreno y ratificaba al “Arriero” como técnico. La noticia cayó mal entre los hinchas y la mesa de diálogo creada en 2017 se disolvió. A la organización no le gustó que el jugador de 36 años manifestara en la rueda de prensa de la final de Liga que el salario del técnico campeón (Herrera) era el más bajo en el fútbol colombiano. Gio se fue luego de seis meses en su segunda etapa con el club y los aficionados consideraron que habían maltratado al ídolo como también, dicen, sucedió con Álex Mejía.
5. Relevo en la presidencia, a la que llega Navarro
El 26 de agosto asumió como presidente Mauricio Navarro y dejó el cargo Emilio Gutiérrez. Un sector de la fanaticada de nuevo protestó, aunque el remplazo, que llevaba varios años como miembro de la Junta Directiva y conocía el club, generaba confianza en muchos seguidores.
6. Paso fugaz de Sarmiento y arribo de Autuori
El 6 de septiembre y luego de perder el clásico con el DIM, devolvieron al Arriero para las divisiones menores. Lo remplazó Pedro Sarmiento, quien era su asistente, pero este sabía que era un encargo, pues estaban en negociaciones con Pablo Autuori, quien fue anunciado el 3 de octubre de 2022 (asumió el día 15). El nombre del brasileño no alcanzó del todo la aceptación de la afición verde, pues había fracasado en su primer proceso. Vino con la idea de proyectar talentos.
7. Puertas del Verde se iban cerrando a los barristas
Pasaba el tiempo y los líderes de las barras sentían restricciones para el ingreso a las sedes deportiva y administrativa, y eso limitaba la cercanía con los jugadores y empleados del club. Paralelo vino un revolcón en las divisiones menores. Entre los que se fueron estaba Lucas González, técnico de la Sub-20 (hoy dirige a Águilas). También salieron el jefe de prensa del equipo David Gutiérrez y el preparador físico Carlos Tabares.
8. Plan de abonos, el florero de Llorente
El gran distanciamiento entre hinchas y directivos de Nacional se presentó cuando anunciaron el plan de abonos para la temporada 2023, que la afición consideró demasiado costoso. En la tarea de buscar una rebaja se juntaron Los del Sur y otras barras organizadas en un frente común que finalmente logró un descuento. Por esos días los dirigentes Mauricio Navarro y Benjamín Romero fueron amenazados en pancartas y panfletos en varios sitios de la ciudad. Los hinchas negaron que estas provinieran de ellos. Hasta ahora las autoridades no han relevado conclusiones de la investigación.
9. Desmanes en el estadio previo al juego con América
Cuando todo parecía haberse solucionado, vinieron los desmanes del pasado domingo en el Atanasio Girardot previo al partido frente al América por Liga colombiana, que no se pudo jugar por los enfrentamientos de hinchas con la policía en popular sur. El balance, 89 heridos, entre uniformados y civiles, además de daños materiales en el escenario cercanos a los 1.000 millones de pesos, de acuerdo con el director del Inder, Cristian Sánchez.
10. Nacional retiró los beneficios a los barristas
La causa de este episodio fue el rompimiento de las relaciones de Los del Sur con el club, producto de la determinación de Nacional de quitarle beneficios a la barra: 400 boletas en cada partido como local, además de utilizar a varios de los integrantes para la logística en ese sector del Atanasio Girardot. Los representantes de la Alcaldía presionaron para que se reversara la decisión, pero esta se mantuvo y culparon al club de los desórdenes. Los daños en el escenario y la falta de garantías que adujo la Policía, hicieron que el duelo de Copa Libertadores del jueves ante Melgar se trasladara a Barranquilla y se hiciera sin público en el Metropolitano. Nacional ganó 3-1.