Las lesiones los alejaron pronto de la competencia como futbolistas y optaron por la dirección técnica, en la que demuestran capacidad, al imprimirle al equipo antioqueño disciplina y orden.
Ismael, el entrenador en propiedad del plantel naranja, es mayor por cinco minutos. Fue un zaguero central elegante y técnico, y tuvo un poco de más recorrido que su hermano, con quien se formó en la cantera del Levante y del que luego pasaría al País Vasco y Comunidad Valenciana.
Juan, primer asistente, jugó como volante de segunda línea y aunque sufrió menos la rudeza del fútbol, también optó por dirigir. Ambos se capacitaron y ahora, aparte de compartir sus conocimientos, se nutren de los aportes de Rubén Darío Bedoya (asistente), John Hernández (preparador físico) y Hugo Tuberquia (entrenador de arqueros) que experimentaron y fueron protagonistas en el balompié profesional colombiano.
Además de este deporte, confiesan atracción por el baloncesto y el tenis, este último que practican de manera esporádica con los amigos. Los escasos ratos libres también los aprovechan para ir al cine y mientras están en casa escuchan rock y pop en español, y los ritmos latinos que intentan danzar con propiedad.
Los gemelos Rescalvo confían en que su estadía en suelo paisa se prolongue porque, confiesan, “están muy amañados en Colombia por la amabilidad y cordialidad de la gente, el buen trato de los dirigentes y la empatía con los jugadores y periodistas”, aparte de la belleza de las antioqueñas.
Dicen que la dedicación al trabajo, el análisis de los rivales y el conocimiento de las bases del plantel les deja poco tiempo para la diversión. Resaltan la riqueza de la gastronomía paisa y se destacan por la seriedad con la que asumen cada entrenamiento.
Sueñan en grande, en orientar algún día un club poderoso del Viejo Continente. Mientras tanto disfrutan la vivencia actual, como lo manifiesta Ismael: “en los momentos de soledad y tranquilidad reflexiono y siento que lo que nos está pasando es un sueño hecho realidad: llegar a un país y en tan poco tiempo obtener estos resultados me llena de orgullo y motivación para entregarlo todo”.
Para Juan, su presencia es Envigado es un paso gigante. “Tener una profesión y poder ejercerla, algo que nos imaginamos desde pequeños, ya es un sueño cumplido. Esto es algo increíble y seguiremos luchando para avanzar con el equipo y dejar una huella en este hermoso país”.
A finales de octubre vendrán a visitarlos sus padres (Ana y Juan). Quieren que sea pronto para compartir con ellos uno de los mejores momentos de sus vidas y, ojalá, con Envigado con el tiquete listo para las finales del torneo colombiano.