Su llegada al aeropuerto de la capital portuguesa el lunes generó revuelo. El paisa, de gorra, pero con vestimenta elegante, caminó con una bufanda de “las águilas” sobre los hombros, mientras los periodistas, la gente, lo rodeaba como si fuera un rockstar.
Después fue a la sede del equipo. Firmó contrato. Posó con la camiseta del club, que en la parte de atrás dio la noticia que todos estaban esperando: su vínculo inicial es por cinco años, hasta 2030. Después atendió a los medios oficiales. Habló con el portugués perfecto, fluido, que aprendió desde que era niño en su natal Vegachí, Antioquia.
¿Richard Ríos peleó con Otamendi en su primer entrenamiento?
Cuando jugaba en Palmeiras, Ríos manifestó que, sin saber por qué, siempre le gustó el portugués. De hecho, cuando era pequeño escuchaba música de Thiagunho, un cantante brasileño de pagode, género musical propio de ese país. “Escuchaba sus canciones y no entendía nada, pero yo cantaba. Con el tiempo empecé a comprender las canciones”, manifestó.
Su dominio de esa lengua sorprendió desde que estaba en Brasil. Sin embargo, en Portugal no dejaron de decírselo. Él manifestó que era algo que le facilitaría la comunicación con los compañeros, el entrenador. Además, aprovechó para asegurar que daría todo en los partidos, entrenamientos.
En el intercambio de palabras, Richard le dijo que estaba viejo, que no le daba para correr. El otro respondió que era “un cagón”. La cosa quedó así. El reencuentro no empezó de manera amistosa. Otamendi miraba mal al colombiano. “Vamos a ver quién está viejo”, dijo. Ríos se puso los guantes, para enfrentarse a puño limpio con su rival. Hubo adrenalina, suspenso y al final... no pasó nada.
No hubo pelea. Los futbolistas salieron abrazados. Dijeron, en portugués, que trabajarían por ganar en Benfica. De esa forma, Ríos busca convertirse en el segundo colombiano que ha triunfado en el equipo rojo. Antes lo hizo Jorge “El Patrón” Bermúdez, quien estuvo entre 1996 y 1997 en el club. Jugó 38 partidos. Marcó dos goles. Sobre los hombros del paisa, de 25 años, están las expectativas que ni Yony González, ni “Chicho” Arango, suplieron cuando eran juveniles que no llegaron a jugar en el primer equipo del más grande de Portugal.