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El centro de Ibagué estaba saturado. Había un mar de ciclistas alistándose para correr la quinta etapa del Clásico RCN. Eran las ocho de la mañana y las calles contiguas a la Plaza de Bolívar estaban atestadas de público. Algunos se tomaban fotos. Otros hacían videos y unos más les pedían a los pedalistas que les dieran una caramañola o les firmaran un autógrafo.
La mañana empezó ruidosa. Al sonido que hacían las cadenas de las bicicletas cuando los ciclistas pedaleaban, se sumó la música que ponían en los locales comerciales de la zona y luego los gritos del público, que parecía ver a una estrella de la música cada vez que pasaba algún deportista reconocido. Ellos, con la sencillez que los caracteriza, correspondieron al cariño.
Con el paso de los minutos la efervescencia de la gente creció. No había por dónde andar y los ciclistas necesitaban llegar al frente de la gobernación del Tolima para la presentación de los equipos. Fue en ese momento cuando apareció el antioqueño Julián Cardona, quien subía, zigzagueando, entre el mar de bicicletas y celulares, hacia la plazoleta.
Ya tenía puesto el casco y las gafas oscuras para protegerse del viento y eventuales caídas durante el recorrido, pero se notaba contento. La sonrisa grande, como de niño que hace lo que más le gusta y que expresaba su boca, así lo demostraba.
El motor de toda la vida
“Yo amo el ciclismo. Esto es lo que me hace sentir vivo, que estoy bien. Tengo este deporte en el ADN y siento que la pasión por las bicicletas me corre por las venas”, aseguró Cardona, de 26 años.
Por eso estaba feliz de pedalear desde Ibagué. Pero no siempre fue así. Hace algunos años Julián no quería seguir en el ciclismo. Pensó en retirarse. Un fracaso en territorio europeo casi termina con su historia en el deporte al que le ha dedicado su vida.
Desde pequeño Cardona empezó a montar bicicleta. Su papá, quien junto a sus tíos tenían una pasión grande por el ciclismo, lo metió a un club en La Ceja, Antioquia, el municipio del que es oriundo. En medio del frío del oriente paisa Julián forjó su talento y, con sus 1,80 metros de estatura, consiguió el equilibrio perfecto entre ser buen velocista y defenderse con autoridad en la montaña.
Eso llamó la atención del Orgullo Paisa. Gabriel Jaime Vélez lo fichó y terminó de formarlo. Después, Cardona conoció el éxito: ganó la Vuelta al Porvenir, la contrarreloj del Panamericano júnior de ruta y la misma prueba a nivel nacional en 2015. Dos años después, ya en lo que hoy es el Team Medellín, fue el campeón nacional sub- 23 de la crono.
Sus logros lo llevaron a Europa. El sueño por el que él y su familia se sacrificaron –su papá vendía algunas pertenencias para que participara en las carreras–, se estaba cumpliendo. Pero la fama, traicionera, se le subió a la cabeza y le jugó una mala pasada: se volvió rumbero y subió 15 kilos de peso. Eso llevó a que, al finalizar su segundo año en el Viejo Continente, el equipo italiano Androni Giocattoli decidiera no contar más con él.
Salir del momento oscuro
“Cuando yo volví de Europa tuve muchos problemas mentales. Se me bajó mucho la ilusión. No sabía si servía o no para esto. Entonces mi esposa y mi familia me ayudaron y el ciclismo se convirtió en mi terapia, por eso le tengo tanto amor a la bicicleta”.
Cardona volvió a Colombia. Estuvo en el Colnago. Después se reencontró con Gabriel Jaime Vélez en el Sitecrédito. Con ese equipo terminó tercero en la general de la Vuelta a Colombia 2022. “Eso me mostró que sí seguía sirviendo para este deporte”.
Julián recibió acompañamiento psicológico. Salió de su momento más oscuro. A veces, cuando no tiene ganas de entrenar, recuerda todas las dificultades que pasó, todos los sacrificios de su familia, y sale con la ilusión de algún día volver al nivel que lo llevó al Viejo Continente. Con esa ilusión subió La Línea, pasó por Quindío y llegó a Pereira en el puesto 55 en la quinta etapa del Clásico RCN.
Óscar Sevilla es inagotable, en la línea dio cátedra y ganó
Lo dijo en el municipio de Mosquera: “En las etapas que pasan por el Alto de La Línea, siempre me va bien”.
Fue un vaticinio porque este miércoles, después de descolgar a toda velocidad por la entrada hacia el centro de Pereira y apretar en los últimos metros del sprint, el colombo-español Óscar Sevilla, del Team Medellín, a sus 46 años, se quedó con la quinta fracción del Clásico RCN.
Con un tiempo de 3 horas, 27 minutos y 29 segundos, el veterano ciclista, que ha sido campeón en cuatro ediciones del Clásico, se impuso por delante de Kevin Castillo (Sistecrédito), segundo, y Diego Pescador (Shimano), tercero. Además de lograr la victoria, Sevilla también recibió la camiseta combinada.
El nuevo líder es Germán Darío Gómez (GW Sidermec), quien desbancó a Óscar Quiroz (Colombia Potencia de Vida).
El santandereano Gómez ganó la segunda etapa que llegó a Bucaramanga. A sus 22 años busca un récord en la historia del pedalismo colombiano: conseguir en el mismo año el título de la Vuelta al Porvenir y el Clásico RCN.
“Es un sueño vestirme de amarillo. Algunas veces hablamos con mi entrenador de la posibilidad de que se dé (ganar las dos carreras) y decimos que sería algo increíble”, expresó el corredor.
Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Interesado en el periodismo narrativo y los deportes.