Siete años atrás, Eleider Álvarez cambió el calor sofocante de Turbo (27° centígrados), donde se crío, por el frío de Montreal, Canadá (4° centígrados) que cala hasta los huesos. Hoy cuenta que, pese a que extraña casi todo de su pueblo, no se cambia por nada, porque en la ciudad capital de la provincia de Quebec se ha fortalecido.
Allí aprendió a convivir con extraños, a vivir solo, a cocinar, a lavar platos y ropa, a hablar inglés y también francés -que es el idioma mayoritario en Canadá-, a escuchar música a volumen moderado, a cumplir horarios, a levantarse temprano, a tener una disciplina casi de regimiento y a ver la vida de otra forma.
Y todo esto, quizás, le ha permitido granjearse un nombre en Montreal norte calle Berlín, donde vive, y en el mundo del boxeo que, al fin y al cabo, es por lo que se ha sacrificado estos años y ha trabajado con ahínco.
Lo raro de la estadía de Eleider en ese país de tan diferentes costumbres a las colombianas es que compitiendo en una de las divisiones altas del boxeo, como la semicompleta (175 libras -79.5 kilogramos-), ha llegado tan lejos, manteniéndose como uno de los púgiles más renombrados.
Grandes logros
Es actual cinturón plata de los semipesados que reconoce el Consejo Mundial de Boxeo -la entidad más prestigiosa hoy de este deporte y que permite a los poseedores de él acceder más rápidamente a las peleas de campeonato-; ha ganado dos títulos continentales (el de la Naba -Asociación Norteamericana de Boxeo- y el de la Nabo -Organización Norteamericana de Boxeo-).
Pero no solo eso. Es el número uno del mundo en la clasificación del Consejo. Y, lo que es más importante, es el retador obligado del campeón mundial, el canadiense de origen haitiano Adonis Stevenson, quien lleva en el trono desde junio 8 de 2013, como uno de los monarcas más sólidos del boxeo.
“Todo lo que he obtenido ha sido producto del esfuerzo y de querer llegar lejos. Hoy puedo decir que me siento muy contento, porque he aprovechado el tiempo”, señala Álvarez Baytar, no sin antes lanzar una frase contundente: “a Canadá no vine ni a quejarme ni a perder el tiempo, sino en procura de ser el mejor”.
Desde Turbo siempre le han hecho fuerza su hija Ayda Eliza (7 años), su señora Jéssica Mosquera, su papá Jorge Isaac y sus dos hermanas, Vilma y Deycy. Y desde el cielo, como asegura Eleider, su mamá Ayda Eliza.
No es fácil, sin embargo, dejarlo todo y emprender una nueva vida tan lejos y en soledad de familia.
“La adaptación ha sido difícil, pero vibrante. Lo más complicado es adaptarse a las nuevas costumbres, en especial nosotros los latinos que somos tan apegados a la familia, los amigos, la comida, la fiesta... Pero, de a poco lo logré”.
Antes, quien lleva por nombre boxístico Storm -Tormenta-, vivía en un loft (pequeño apartamento) con otro colombiano -Óscar Rivas-, quien se independizó. Eso, no obstante, no le mermó al antioqueño las ganas de trabajar con más ímpetu y gozar de su estadía.
“Montreal es un buen vividero, la gente es muy culta, se encuentra de todo, es muy tranquila, buena comida, sitios para visitar y recrearse”, cuenta este fornido pugilista de 1.85 metros de estatura, 32 años de edad y cuyo palmarés registra 20 combates profesionales sin derrota y 10 por la vía del nocaut.
Eleider se ha compenetrado tanto con los canadienses que hasta los vecinos le “permiten” subir, de vez en cuando, el volumen a su música. “Ja, ja, ja... Es todo muy chistoso porque cuando me preguntan de dónde vengo, yo les cuento que de una región muy alegre, donde la gente prende los equipos de sonido y compiten por ver quién le sube más el volumen. Y me dicen, ‘aquí no hagas eso porque te echamos la policía’. Pero qué va, luego me dicen, ‘pero se ve que tú eres un buen muchacho, tranquilo y serio, nos caes bien y puedes subir tu música un poquito, no mucho’. Yo he aprendido a respetar eso, prefiero tener amigos”.
El barbero, el chef que tiene y sus compañeros de compañía -como le dicen allá a la cuerda de boxeadores- conforman ese pequeño mundo de amistades más cercanas para el antioqueño.
Y, ¿por qué un chef particular?... “Este es un país en el que la comida no lleva sal, ni grasa. A mí no me puede faltar, tampoco el limón y el aceite de oliva. Por eso la decisión de tener una persona que me haga la dieta y cocine lo más natural posible para evitar el sobrepeso”.
Pese a ello, no niega que se le hace agua la boca cuando piensa en un bocachico frito “de esos que en Apartadó traemos del Chocó. O una bandejita paisa, hmmmm -se saborea-, pero prefiero abstenerme porque estoy concentrado cien por ciento a lo que será la pelea titular” y que pese a que es mandatoria, aún no tiene fecha -debe realizarse antes de abril de 2017-. Este es uno de sus secretos para estar invicto.
Claves del éxito
“Pero todo se resume en una disciplina férrea, el trabajo constante, un entrenador las 24 horas, un buen equipo, talento y orientación, porque si bien yo conozco peleadores que tuvieron grandes condiciones no supieron manejar muchos factores y fracasaron ante la falta de alguien que estuviera a su lado para aconsejarlos”.
Y apunta, sin duda alguna, que desde la octava pelea profesional no la ha tenido fácil en el ring. “Me lleno la boca de que he enfrentado a grandes rivales y los he vencido”.
El campeón Adonis lo espera en la que será la pelea de su vida. “A todos los rivales que me pongan les puedo ganar. Igual, puedo perder, pero tengo la voluntad férrea de que estoy haciendo bien las cosas. Adonis es un gran campeón, pega duro, es su privilegio; afortunadamente no tengo mandíbula de cristal y sí un buen juego de piernas y técnica para cuando llegue la hora de ese combate. Quiero demostrar que tengo con qué y ser el primer colombiano campeón mundial en esta división”.
Y mientras, “Tormenta” Álvarez intenta pasar la ansiedad de un duelo que se viene dilatando pero que tarde o temprano llegará. “Es ineludible”.