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Cuando a Antonio Rizola Neto le preguntan cuál ha sido su alegría más grande en 41 años de trabajo en el voleibol, responde que quizás no se lo crean, pero fue el día que logró la medalla de plata con Colombia en los Juegos Panamericanos de Lima. Una emoción que, tal vez, está por encima de los cuatro mundiales que ganó con Brasil.
“Significó mucho para mí porque era con un país que no es el mío, con personas que no me conocían y me dieron la oportunidad de trabajar. Hay emociones grandes como los mundiales y el primer oro de Brasil en una olimpiada en femenino (Barcelona-92) cuando fui segundo entrenador, pero personalmente la emoción en Lima fue algo indescriptible”.
¿Cómo ha vivido estas grandes presentaciones?
“El proceso que nos dio logros en 2019 no empezó el primero de enero de este año ni en 2017 cuando yo asumí el cargo, todo se inició 10 años atrás con la base de juveniles que asistió al Mundial de República Checa en 2011, allí arrancó a crecer todo con el aporte de los clubes y las ligas que son fundamentales”.
¿Qué les sugiere a sus colegas colombianos tras lo percibido en casi tres años?
“Me perdonan, pero está faltando más ética y más unión, porque encuentro una crítica grande del uno al otro, y no un trabajo conjunto. Yo me siento más colombiano que muchos, porque no critico a mis colegas de acá. Comparto todo mi conocimiento, sin preocuparme de que alguno pueda crecer y mañana quiera mi puesto. Estamos aquí de paso y debemos entender que trabajar por un país es más importante que hacerlo para una persona, que la labor no es para nosotros, es para las atletas, que ellas tengan mejores condiciones para jugar”.
¿Tenemos el talento para ir a unos Olímpicos?
“Sinceramente, para estar en las olimpiadas, falta un poco, pero estamos muy cerca y por eso creemos que podemos ir. Este grupo, con el proceso de evolución que tiene, es más seguro que llegue en 2024 que en 2020”.
Pero la gente se ilusiona...
“Claro, gracias a Dios... ¿Quién es el culpable? Todos nosotros que alcanzamos grandes resultados. Tenemos la conciencia de que solo con mucho trabajo, determinación y dedicación es que se puede llegar lejos. Pensando así logramos tres medallas en tres competencias este año”.
¿Cómo hizo para cambiarle el chip a las jugadoras colombianas?
“Mejoramos mucho la actitud ganadora de un equipo que entra a la cancha con más voluntad de ganar que miedo de perder. Porque el temor a perder te saca todo en la vida. Pero esto no basta, la actitud se gana cuando se tiene confianza en la técnica. Ahora trabajamos mucho la técnica general, en la concientización de su importancia, con eso la actitud creció”.
Ese aspecto hay que trabajarlo desde la base, desde la formación...
“Tuvimos más dificultades de lo normal, porque ellas no han tenido esta preparación técnica tan buena. Una cosa es triunfar en un campeonato municipal, regional o nacional, pero un campeonato en el país no es suficiente para ganar un Suramericano”.
¿Encuentra vacíos tácticos y de fundamentación?
“En las capacitaciones que estoy haciendo en todo el país hablo con los entrenadores para que trabajen en la formación técnica y el carácter de las jugadoras”.
¿Cuál de los triunfos de 2019 le gustó más?
“La mejor actuación fue en los Juegos Panamericanos, porque entramos como la octava fuerza. Así lo asumí con el grupo y les dije a las muchachas que había que pelear por cada punto, cada set, cada partido. Llegar a semifinal era un sueño realizado y les pregunté: ¿nos vamos a quedar ahí o queremos más, nos vamos a quedar toda la vida pensando en que se le puede ganar a Brasil? Y lo derrotamos”.
¿Que sigue para esta Selección femenina?
“Trabajo, más responsabilidad, porque todas las personas, incluso las que no seguían el voleibol, empezaron a interesarse gracias a la actitud que muestran jugadoras fuertes y que pelean por el país”.
¿Existe alguna dificultad hoy en día?
“Estamos con un hueco grande de voleibolistas que nacieron en 1997, 98 y 99, de esos años no tenemos chicas de gran nivel internacional. El grupo de hoy cuenta con cuatro nacidas en el 2000 y una en el 2002. Es bueno, pero son muy jóvenes y deben sumar experiencia internacional. El retiro de Madelaynne Montaño y Kenny Moreno fue duro, les pedí seguir, pero cada una tenía sus razones personales. Nunca me lamenté dentro del grupo por estas ausencias, nunca lo hago, pues sabía que tenía que seguir y superarlo”.
¿Ha recibido respaldo para cumplir sus objetivos?
“Agradezco a la Federación y al Comité Olímpico Colombiano porque tuve toda la libertad para trabajar. Ningún dirigente me dijo, esta jugadora puede o esta no puede. Mis funciones son exclusivamente técnicas y no políticas” .