Son 2 minutos y 41 segundos los que emplea el ala pívot de los Cavaleirs, Kevin Love, para compartir que ayudará con 100 mil dólares a los empleados del equipo que se perjudicarán profundamente por el cese de actividades del baloncesto de la NBA.
El mensaje divulgado por la cuenta oficial del certamen en Twitter, fue visto por más de un millón de personas y recibió miles de comentarios. Entre las palabras de gratitud algunos expresan que no es su deber. Otros contrastan la actitud de Love con la inacción de otros colegas.
Y es que la amenaza sanitaria sin precedentes en las últimas décadas, que ha puesto en jaque a buena parte del planeta, ha sido el escenario ideal para redefinir el papel del deportista en la sociedad.
Por un lado los atletas de alto rendimiento se han visto tremendamente perjudicados por la situación debido a la conocida cancelación masiva de competencias y trastornos graves en las rutinas de entrenamiento.
Pero, en la otra orilla, la sociedad ha reclamado de ellos soluciones concretas partiendo de la premisa de que muchos ostentan privilegios y ocupan posiciones influyentes en la sociedad y, por lo tanto, les compete responsabilidades en coyunturas semejantes.
Para el metodólogo Mario Cancelo, al servicio de Mindeporte, “hay que pensar en algo y es que la mentalidad del atleta de élite está diseñada para eludir excusas externas, por lo tanto, por más que se les salga de las manos una problemática como la actual, si su proceso en busca de éxitos deportivos se entorpece ellos mismos se someterán a una autoexigencia severa, porque una vez se reanude todo la presión recaerá sobre ellos nuevamente”, explica.
Por eso, el mismo Kevin Love comenzó su intervención aclarando que “todo el mundo reacciona de manera diferente a situaciones de estrés” y que el miedo y la ansiedad, a causa del Covid-19, han sido abrumadores.
Y así como es pertinente que la opinión pública comprenda esta situación de sus figuras, para el experto en mercadeo y responsabilidad social, Carlos Ángel, ejercer un papel activo en el devenir de la sociedad es un deber inherente a la fama y al éxito deportivo.
“En las crisis, las personas necesitan referentes, faros. Entre todos los personajes públicos los deportistas siempre tienen el mejor lugar en el imaginario de la gente. Por eso no se trata de que tengan dinero y aporten cosas materiales, sino de que tengan consciencia y obren en consecuencia”, concluye.