Confiesa que desea regresar a Colombia, pero tiene claro que aún no es el momento. Dice que primero debe luchar por su meta: ser top-10 del tenis mundial.
Es caleño, pero por su contextura física y pelo rubio parece como si hubiera nacido en Estados Unidos, país en el que se asentó a los 16 años de edad en busca de lo que tiene en mente.
Se llama Alejandro Gómez, y en el deporte blanco ya dio un aviso del talento que posee. Y pese a la sorpresa que brindó, aún no tiene un patrocinio para seguir con pasos más firmes. Del bolsillo de sus padres sigue saliendo el dinero para progresar en lo que le gusta.
De niño tenía habilidad para fútbol, baloncesto y voleibol, hasta que un día lo invitaron a jugar tenis y se enamoró tanto que todos los días salía a practicarlo, recuerda Ana Lucía Tenorio, madre del deportista, de quien agrega que era bastante travieso. “Siempre fue muy activo, con una intensidad alta, lo cual aplica en la actualidad en el tenis. Ahora le están trabajando esa parte para que no se pase de revoluciones”.
Momento para la memoria
En una imagen que subió Alejandro a su cuenta de Facebook el año pasado, se puede ver que en la mano izquierda tiene agarrada la raqueta, mientras que con la derecha, empuñada, demuestra júbilo luego de conseguir, quizás, el triunfo más importante de su joven carrera deportiva.
Recuerda que la alegría fue inmensa no solo al ganarle a uno de los jugadores de prestigio del circuito, el chipriota Marcos Baghdatis con parciales 6-3, 0-6 y 7-6 (3), sino además porque la victoria fue en Colombia, tierra donde es prácticamente desconocido.
En esa fotografía se observa al público aplaudiéndolo y también los mensajes de amigos felicitándolo.
“¡Bestia, grande Alejo, grande!”, le escribió Madeleine Sánchez. “Con toda Alejo. Deseo que disfrutes lo que debes hacer a diario: trabajar, trabajar, trabajar... un abrazo”, continuó Rodolfo Azuero; mientras que Tatiana Maya le decía: “me haces mucha falta”.
Ya son ocho años viviendo en Estados Unidos. “Lo impulsamos a que fuera disciplinado, pues esa es la clave para salir adelante”, indica su padre Luciano, consultor de una compañía constructora.
Su hermano Andrés, entre tanto, le aconsejaba que se concentrara por lo que soñaba, eso sí, manteniendo la calma.
Camino difícil
El recorrido de Alejandro, amante de la lectura y de las series de televisión, no ha sido fácil, pues ha tenido que hacer sacrificios, el mayor de ellos, dejar la familia.
Sin embargo, el amor que siente por el tenis es tan grande que ese sentimiento ha sido el bastión para superar las barreras. “Fue difícil salir de Colombia, estar alejado de los seres queridos y no poder compartir con los amigos, de privarse de rumbas y otras cosas normales que hace uno a esa edad”.
Se fue a vivir a la Academia Bollettieri, en Bradenton, Florida. Allí compartió habitación con tres chicos: un español, un mexicano y otro japonés. Estuvo dos años con ellos, quienes se convirtieron en su otra familia.
En ese lugar, donde no se preocupaba por cocinar porque tenía servicio de comedor, también asistía a las clases de colegio. En las mañanas y en las noches perfeccionaba su juego.
“A pesar de la lejanía jamás pasó por mi mente dejar de luchar por mis objetivos y regresarme a Colombia antes de lograrlos, nunca solté una lágrima. Con mis padres hablaba todos los días, y muchas veces iban a visitarme, eso fue fundamental en el proceso”.
“En ningún momento lo presionamos. Para nosotros era vital que disfrutara lo que hacía, que no hiciera las cosas por obligación”, recuerda Ana Lucía, ingeniera agrícola.
Alejo también tuvo tiempo de adelantar un programa universitario, de dominar el inglés y trabajar dando clases de tenis.
“La carrera como tenista es corta. Cuando me retire tendré la oportunidad de ejercer lo que estudié”. Pese a las obligaciones no descuidó la actividad atlética, en la que se tuvo que levantar de la adversidad varias veces.
“Tuve muchas lesiones, que de alguna forma hacen dar un paso atrás, pero nunca dudé y me mantuve constante”.
Con paciencia se recuperó de las fracturas de la muñeca de la mano derecha, del quinto metatarsiano del pie izquierdo y de la operación del hombro.
En diciembre de 2014 se graduó de Economía de la Universidad de Kentucky, y al mes siguiente consiguió su propósito, ser tenista profesional.
Rememora que contó con un grupo interdisciplinario que lo ayudó a no caer en el fracaso, como los entrenadores colombianos Joaquim Drada, Gabriel Jaramillo, Juan Herrera y Juan Millón. “Trabaja bastante bien, es muy comprometido. Sus fortalezas son el servicio, el golpe de revés y en lo físico es rápido y fuerte. Lo más importante es que siga compitiendo de manera regular para que gane confianza y madure más mentalmente. Debe ser dirigido por una persona con conocimiento y experiencia”, advierte el estratega Drada desde E.U.
Admirador de Alejandro Falla y Santiago Giraldo, por lo que han vivido y ganado en el tenis, Gómez, quien extraña de Colombia la comida, la familia y sobre todo el cariño de la gente, indica que cuando hay amor por algo, vale la pena luchar para alcanzarlo, y de paso les envió un mensaje a las promesas de este deporte que viven situaciones similares a las suyas tratando de escalar en el tenis.
“Vale la pena tanto esfuerzo. Hay que hacer todo lo posible por lo que se ama, no hay nada fácil, pero con esmero, lucha y dedicación se puede llegar lejos”.