Las horas frías de la mañana en Santa Elena le traen a Lina Narváez proveedores, productos y compradores para la tienda en la que trabaja. Avanza la tarde y ella programa su ida hasta la avenida principal para coger el autobús que la acerca a la unidad deportiva Atanasio Girardot.
Anochece. Ella se cambia al vestido que mejor le sienta: Kurkta (chaqueta) roja o azul, pantalones cortos del mismo color, cinturón y Sambovki (zapatos). Comienza a demostrar sus habilidades batiéndose en un arte marcial que combina ju jitsu, boxeo, karate, judo, entre otras.
Esta práctica, llamada Sambo, incursionó en Colombia desde hace una década, pero fue Pedro Pablo Arismendi el precursor en Antioquia. “Lo conocí en Cali y fui allí a capacitarme ”, cuenta.
Fue así como convirtió un grupo de judocas en combatientes de este arte marcial. Y a Lina, una de sus armas principales para triunfar en los torneos, la forjó en una campeona nacional, la única que le ha otorgado un oro al departamento.
Dos años con este sueño le han permitido a Arismendi varias alegrías. No solo está la presea dorada de Lina, sino dos platas y dos bronces en el nacional del mes pasado.
Pero la ilusión no se detiene allí. Está formando una liga departamental de este deporte, aunque ha tenido varias trabas en el proceso. “Por el desconocimiento, muchos profesores de otros deportes nos bajan el pulgar a la hora de apoyarnos”, declara Arismendi.
Además, el apoyo financiero no es el suficiente como para cubrir gastos de viajes y competencias. “Todo es cuestión de tiempo para que se empiece a reglamentar; hay que persistir”, argumenta el entrenador, quien en su juventud jugó fútbol.
Aún así, esto no ataja a Lina Narváez, quien a sus 18 años descresta por su técnica y capacidad. Con ella han comenzado a preparar estrategias de recolección de recursos para el Panamericano que se celebraría en Argentina en mayo o en julio.
Más allá de los resultados, Lina disfruta del deporte por el crecimiento personal que ha tenido. “Ver cómo el deporte está tomando poder me emociona”, concluye la luchadora, quien a las 10 de la noche toma el último autobus con rumbo a su casa en Santa Elena.