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Sucedió finalmente. Los Juegos Olímpicos no se realizarán este año, para fascinación de historiadores y académicos, para alivio de atletas y para preocupación de políticos y dirigentes.
Con la determinación tomada ayer, muchos de estos mismos dirigentes proclaman que primó la protección de los atletas y el resguardo del espíritu olímpico.
La historia, sin embargo, contará que el aplazamiento de las justas de Tokio hasta 2021 fue consecuencia de una voz, que en tiempos en los que todos los poderes del movimiento olímpico parecieron alinearse en un mismo mensaje: disputarlos sí o sí y, al menos, dilatar la decisión el mayor tiempo posible, pregonó que cualquier decisión que no fuera la postergación inmediata sería atentar contra la salud de más de 11.000 deportistas.
Claro, conviene decir que esa voz, aunque solitaria, es realmente poderosa: la USA Swimming, el equipo nacional de natación estadounidense, dueño de 246 medallas de oro en Olímpicos (cifra que solo superan en el medallero histórico de las justas la Unión Soviética con 395 y Reino Unido con 263).
Tras la presión que ejerció este organismo ante el Comité Olímpico estadounidense, llegó el efecto en cadena de otras federaciones como la de atletismo, gimnasia y luego de los comités de Francia, Australia, Canadá y otros tantos.
De todos modos, una vez preservada la integridad de las delegaciones y la competencia misma, resulta secundario las formas para llegar al desenlace de ayer.
Disfrazado de Mario Bros, el poderoso primer ministro de Japón, Shinzo Abe, prometía bajo la lluvia carioca en el cierre de Río-2016, ofrecerle al mundo los mejores Juegos Olímpicos de la historia para el entonces lejano 2020.
Ayer, Abe se dirigió ante el pueblo japonés para confirmar el aplazamiento y renovó su promesa ante el mundo: “Los Juegos Olímpicos de Tokio deben ser una celebración de la humanidad que habrá triunfado ante esta crisis sin precedentes del coronavirus”.
Japón y el movimiento olímpico tendrán un año para superar el aluvión de problemas logísticos, deportivos y económicos, pero es seguro que las justas serán mejores que lo que serían este verano, en el que ni siquiera estaba garantizado el muestreo de dopaje en las competiciones de clasificación.
Si lo logra, nadie podrá debatirle el honor de que hicieron los mejores Juegos de la historia, Por lo pronto, muchas son las sabias reflexiones, como la del español Fernando Alarza, cuarto en el pasado Mundial de triatlón, tercero en el de 2016 y subcampeón de Europa en 2018, quien manifestó a EFE que “los Juegos son una gran fiesta de todo el planeta; y el planeta ahora no está para fiestas”.
La ruta de una fiesta aplazada
Desde el 8 de septiembre de 2013, cuando el Comité Olímpico Internacional designó a Tokio como sede para los Juegos Olímpicos de 2020 se han presentado varios hechos que han marcado el camino de las justas aplazadas ayer para 2021.
En julio de 2015 el primer ministro Shinzo Abe ordenó una revisión del proyecto del nuevo estadio olímpico tras numerosas críticas por su elevado costo, estimado en más de 2.000 millones de euros (US$2.150.360.000), que lo convertía en el escenario más caro de la historia.
El 28 de diciembre de 2018, se publican las mascotas ‘Miraitowa’ y ‘Someity.
Un año más tarde, el 9 de diciembre de 2019, la Agencia Mundial Antidopaje excluyó por cuatro años a Rusia de toda competición.
El 20 de diciembre pasado, los organizadores anuncian costo total de los Juegos: 11.500 millones de euros (12 mil 360 millones de dólares).
En marzo de 2020, la epidemia del Covid-19 fue declarada pandemia. El COI y el gobierno japonés finalmente toman la decisión y los Juegos serán en 2021.
Razones distintas a las dos guerras
Tokio-2020 quedará en la historia como los primeros y únicos Juegos Olímpicos aplazados por motivos diferentes a las Guerras Mundiales.
Por primera vez en la historia una pandemia aparecerá como la responsable del aplazamiento de unas justas que se desarrollarán en 2021.
Antes, en los años 1916, 1940 y 1944 los Juegos Olímpicos, la máxima expresión del deporte universal de la temporada de verano cuatrienal, se dejaron de celebrar, debido a problemas bélicos.
Berlín-1916, Tokio y Helsinki en 1940 y Londres-1944 no se llevaron a cabo pues coincidieron con las dos guerras mundiales.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, Berlín tuvo que esperar hasta 1931 cuando venció a Barcelona y obtuvo la sede de los Juegos Olímpicos de 1936.
En 1940 el estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a una suspensión definitiva de la edición, que nunca se celebró. Años más tarde, Helsinki se convirtió en la sede de los Juegos Olímpicos de 1952.
El Miedo y la tajada económica
La pregunta que circula en todo el mundo es ¿por qué demoraron tanto lo inevitable? Pues todo tiene su explicación, aunque algunas personas que, según reportan las agencias noticiosas, han señalado que por miedo. Los presidentes no se quieren oponer a Thomas Bach (presidente del COI -foto-), por su estatuto personal, como miembros del COI o porque podrían ser futuros miembros, advierte la agencia AFP.
También señalan otras de las publicaciones, muchas federaciones internacionales, excepto las más grandes (Fifa o World Athletics), están sostenidas económicamente en gran medida por el COI, que les paga una parte importante de los ingresos por derechos de televisión, en especial. En los Juegos de Rio-2016 las 28 federaciones que integran la entidad estaban repartidas en cinco grupos y su clasificación, evolutiva, determinaba sus ingresos económicos. Las federaciones del grupo 1 (gimnasia, atletismo y natación) reciben cerca de 40 millones de dólares cada cuatro años y las más modestas menos de 10 millones.
El calendario deberá ajustarse
Con la reprogramación de las justas, que posiblemente se realizarán en las mismas fechas establecidas para este año (24 de julio al 9 de agosto), todo el calendario deportivo, que está suspendido, deberá ajustarse de modo que se puedan realizar los torneos preolímpicos para lograr la clasificación de casi el 55% de atletas que aún no tienen su cupo asegurado, así como para que el resto de competencias (Copa América y Eurocopa) no se crucen con la Olimpiada.
Ciro Solano, jefe de misión de Colombia para este evento, señala que “el COI tendrá que solicitarle a cada federación que analice sus eventos y lleguen a un consenso para que un torneo no interfiera con otro”. En el país, por ejemplo, se deben reagendar dos eventos multideportivos internacionales en 2021: los Juegos Panamericanos Junior en Cali (que se cruzarían con Copa América en junio), y los Bolivarianos de Valledupar (noviembre). “Se hará una reprogramación de acuerdo a su importancia, pero lo único cierto es que los Olímpicos prevalecen como máximo certamen en el mundo”.
La Postergación eleva el costo
Los organizadores habían estimado que el costo total de la organización de los Juegos debía elevarse a más de un billón de yenes (unos 12,360 millones de dólares). Según datos del diario The Economist de Londres, mantener y reparar instalaciones, así como preparar de nuevo las justas puede requerir unos 4.000 millones de dólares más. “Tokio esperaba beneficios como la creación de negocios alrededor del evento, la promoción de pequeñas y medianas empresas y la expansión de la industria tecnológica. Al postergar las justas habría una pérdida de unos 3.000 millones de dólares”. Sin embargo, el rotativo manifiesta que la disminución del turismo, y que la gente en cuarentena no gaste lo habitual son pérdidas incalculables. Mientras que en cuestión de televisión, Discovery compró los derechos y todo tipo de plataformas digitales de las citas de PyeongChang de 2018, Tokio-2020, Pekín- 2022 y París-2024 por 1.300 millones de euros (1.400 millones de dólares), son cifras que el COI respetaría.
¿Vìctimas tras la determinación?
Para muchos deportistas, por sus edades, lesiones o rivalidad, Tokio-2020 marcaría el final en Olímpicos así como de sus carreras. Así lo expresó Caterine Ibargüen, vigente campeona olímpica de salto triple. ¿Qué pasará ahora con ella debido al anuncio del Comité Olímpico Internacional y del Gobierno de Japón de correr los Juegos para 2021? Para ese entonces Caterine tendría 37 años. Hay otros que podrían verse afectados por el cambio. Por mencionar algunos: la luchadora Jackeline Rentería (tiene 34 años), el bicicrosista Carlos Oquendo (32), el ciclista español Alejandro Valverde (39), el tenista suizo Roger Federer (38). “Para ellos puede ser una emoción doble porque con esta situación no se están entrenando como se debe. Si hubiera Juegos este año ellos sí van, pero corren el riesgo de lesionarse porque no tienen la suficiente preparación. Ellos son disciplinados, si esperaron cuatro años pues lo hacen otro más por todo lo que significa este certamen. No es fatal esta decisión, al contrario, es un alivio”, dijo Adriana García, sicóloga de Indeportes.