Según Arata, la escuela debe trasmitir conocimientos homogéneos y con metodologías tradicionales porque “hay muchos otros espacios, como los grupos barriales o la familia, en donde los individuos pueden desarrollar y potencializar saberes, aptitudes e intereses particulares y la responsabilidad de la escuela es trabajar los temas en común que hacen que ese grupo de individuos que se reúne en un salón de clases aprenda un conjunto de saberes en común”.
Pensar en alternativas educativas según el tipo de inteligencia es partir de la idea de que “todos los alumnos tienen derecho a ser grandes literatos, músicos o científicos. Como profesor en mi hora de literatura tengo que tener claro que todos son potenciales Gabriel García Márquez, por eso hay que desarrollar a todos los individuos y eso es lo que diferencia la escuela de las mastercalss, classroom u otras alternativas novedosas”, agregó Arata.
El desafío es hacer del salón de clase un aula que sea interesante, donde se deben aprender los saberes importantes, esos que no se enseñan en otros lugares, “teniendo claro que en la escuela no solo se aprende lo cognitivo, también se educa emocionalmente”, como afirma el profesor Muñoz.
En conclusión, una persona podrá, a partir de su educación, explotar la inteligencia que más le domine, pero no podrá vivir con una sola, deberá combinarlas e identificarlas para su qué hacer diario y para poder trabajar con otros. En ese proceso la formación académica, desde el preescolar es fundamental.