Hay personas para las que es más difícil sobrevivir como el común de personas lo hacen. Hay estereotipos o imaginarios que hacen que muchos vivan excluidos por razones que no escogieron. EL COLOMBIANO le presenta una selección de seis historias de personas y empresas que hicieron la diferencia, que se atrevieron a incluir y a ser incluidas, que derribaron barreras físicas, mentales y sociales para hacer de esta, una Colombia en paz, equitativa y más feliz.
Personas con discapacidad cognitiva, mujeres cabeza de familia, desmovilizados, víctimas del conflicto, sordos y soldados heridos en combate son solo algunas de las historias personales que se han transformado por una oportunidad laboral. Y esto por la iniciativa propia y compromiso de Homecenter, la Promotora Social, Taller de Óscar Ríos, la Promotora de Comercio Social, Sodexo, Jardines del Portal, la Fundación Óyeme y Serviópticas (ver microhistorias).
Superando la idea del asistencialismo, abriéndose al cambio, cultivando talento humano y sin ánimos de protagonismo, estas organizaciones son coherentes en demostrar que, más allá de los réditos económicos, está la misión de construir país, sin exclusiones, en la diversidad, sembrando oportunidades.
Discapacidad
Hacia una igualdad social y laboral
Colaboración de Gabriel Vallejo López, exministro y exdirector del Departamento de Prosperidad Social
Discapacidad: dis-capacidad. Tan solo tres letras, pero tres letras que minimizan, que marginan. Pareciera que esas tres grafías transmitieran a más de 6 millones de colombianos que solo hay oportunidades para quienes gozan de los cinco sentidos. Lo cierto es que esas tres letras, con lo que significan, han marginado a miles y miles de colombianos de opciones y oportunidades: de igualdad, de inclusión, de poder compartir, de poderse sentir como uno más de los ciudadanos que disfruta de manera completa la vida.
Pero esas seis millones de personas con algún tipo de discapacidad también ha generado una reacción positiva por parte de muchas empresas, grandes y pequeñas. Han entendido que todos somos iguales y han incluido dentro de su fuerza laboral personas con alguna dificultad. De esa manera han dado testimonio de que, en la mayoría de los casos, el desempeño, la productividad y responsabilidad de estas personas es superior al promedio de la empresa.
Además esas compañías que han ido más allá de su fin de lucro, no se han decidido a vincular personal con alguna discapacidad por compasión. No. Lo hacen por la convicción en sus valores corporativos, entendiendo que la inclusión social empieza en casa, y que estas personas son un referente y generan, admiración, cariño y afecto en las áreas que se desenvuelven.
Tenemos aún enormes diferencias sociales y económicas en Colombia, pero la inclusión laboral y social de esta población tan importante y significativa es responsabilidad no solo de los empresarios o jefes de personal, sino de cada uno de nosotros.
Ese esfuerzo por combatir la exclusión no solo lo están haciendo las empresas, también un sinnúmero de instituciones, todas admirables.
Conozco de cerca el caso de Ceder, en Manizales, una organización experta en inclusión social que ha logrado generar niveles de acompañamiento con esta población en todo su proceso de desarrollo y crecimiento para prepararlos a que incursionen en el mercado laboral.
Necesitamos muchas, insisto, muchas más empresas que interioricen la necesidad de involucrar esta población en sus distintas áreas de gestión y, sin duda, necesitamos más corporaciones como Ceder en Colombia. El desarrollo inclusivo sí es posible.