Como los pulmones para el ser humano, así es el radiador para el sistema de funcionamiento de un carro. Ese es el símil con el que Marlon Herrera, asesor de la firma Radiadores Lux, explica la importancia de este elemento para que un carro tenga una operación eficiente.
Es además el elemento que, como a los deportistas de alto rendimiento, les permite también refrescarse para evitar que una temperatura alta lo deje varado.
El motor tradicional de un vehículo de calle trabaja en temperaturas que oscilan entre los 80 y los 100 grados centígrados; cuando estas temperaturas se exceden el carro se recalienta porque la disipación de calor no funciona de manera correcta a través del radiador.
Como lo explica el ingeniero formador de Autosura, Carlos Andrés Loaiza, algunas parte del motor, como los cilindros en donde se da la combustión, pueden alcanzar temperaturas cercanas a los 800 grados. “Por lo tanto, todos los motores requieren un sistema de refrigeración que les ayude a disipar ese excedente de calor”. Pero no solo este hace menos eficiente el carro.
Si el motor trabaja por encima de su temperatura óptima, se puede disminuir la viscosidad del aceite, aumentar el desgaste del motor y producir que las piezas se suelden por el aumento de la temperatura.
Por el contrario, si el motor trabaja por debajo de su temperatura óptima, se aumenta el consumo de combustible, pues el motor necesita una nivel de calor específica necesaria para su buen funcionamiento. También las piezas del motor pueden desgastarse prematuramente, ya que están diseñadas para dilatarse por efecto del calor a un tamaño determinado.
Además, se reduce la potencia por no contar con las condiciones adecuadas para una correcta combustión.
En el caso de los carros, este sistema opera mediante líquido (agua y refrigerente) que se distribuye a través del sistema de refrigeración, formado por el mismo radiador, las mangueras, la bomba de agua, el tarro auxiliar, el termostato y el ventilador.