Uno de los sonidos favoritos de Paul van Dyk en el mundo es el de la cafetera. “Cuando la prendes y empieza a agitarse el agua, a moler el café y luego suena como un hipo y empieza a gotear al vaso”.
Obviamente un amante del café ya visitó el Eje Cafetero colombiano, así como Boyacá, Tolima, La Guajira, Magdalena y Antioquia. Desde hace cinco años está casado con una colombiana y ha recorrido tanto el país que se siente uno más, aunque sabe que le falta mucho por conocer.
“Una de las cosas que hace que Colombia sea Colombia es la diversidad en todo, he estado en muchas partes y he visto apenas una pequeña porción de lo que el país tiene por ofrecer. Hay muchos lugares inspiradores y la diversidad hace que nunca te aburras de nada. Además, eso trasciende en la gente; son tan amables, enérgicos, es un gran país y sé lo que digo porque estoy casado con toda una familia colombiana”.
La felicidad de estar en el país y tocar en vivo es evidente. Apenas a finales del año pasado sintió de nuevo que las cosas retornaban a la normalidad, luego de haber frenado por año y medio su calendario de presentaciones en vivo debido a la pandemia.
“A finales del año pasado hicimos un evento grande en Dubái y sentí por primera vez que íbamos a regresar, porque viajé otra vez a tocar y no fue un show raro, por la tarde, en un autocinema viejo, sino que fue una noche de fiesta como se debe”.
Van Dyk agradece que, paulatinamente, en cada rincón del mundo las entidades gubernamentales se han dado cuenta de que, además de proteger la salud, se debe preservar la naturaleza social de los seres humanos como parte de la vida, y que eso se puede hacer con bioseguridad.
Los momentos de aislamiento le sirvieron a Van Dyk para apreciar mucho mejor las cosas que daba por sentado, como la posibilidad de caminar por un parque o ir al supermercado, y está seguro de que eso le pasó a muchos, que hoy viven con más intensidad el día a día y están más conscientes del entorno, como él.
Esos días le sirvieron para crear un álbum que habla desde la introspección. Durante mucho tiempo, solo tuvo de paisaje el mismo árbol, todos los días, por la ventana de su casa. “Esa es una de las razones por la que se llama Off the record (a micrófono cerrado), que es cuando apagas la grabadora y se vuelve más personal, más íntimo, dices las verdades”.
Luego vendrá For the record (para el registro), el lado B, inspirado en volver a salir de gira. Las dos caras de la pandemia, para quienes no la padecieron: el disfrute de la soledad y el gozo del encuentro.