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Qué han dejado al país los 10 foros del WEF para América Latina

Colombia ha participado en las ediciones de este evento desde 2006, pero lo aprendido no generó avances significativos en ranquin de competitividad.

  • El presidente del BID, Luis Alberto Moreno, en la reunión regional del WEF en Perú (2013) y abajo empresarios de Brasil y México en el encuentro de Cancún (2008). FOTOS cortesía Bloomberg
    El presidente del BID, Luis Alberto Moreno, en la reunión regional del WEF en Perú (2013) y abajo empresarios de Brasil y México en el encuentro de Cancún (2008). FOTOS cortesía Bloomberg
  • Qué han dejado al país los 10 foros del WEF para América Latina
15 de junio de 2016
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A propósito de que Medellín es sede de la undécima versión de la reunión anual para Latinoamérica del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), vale la pena reflexionar sobre a cómo el país ha traducido las lecciones de estos encuentros en función de mejorar en el escalafón de competitividad global que ha hecho célebre a esta organización de origen suizo.

Con la cita que comienza mañana en el hotel Intercontinental, Colombia es anfitrión por segunda vez, tras acoger en Cartagena la versión 2010.

Sin embargo, desde 2006, cuando se inauguró el capítulo de este Foro para la región (ver Cronología), llama la atención que el intercambio de experiencias entre actores de primer nivel de sectores público y privado, no se tradujo en mejoras significativas en la calificación del WEF para Colombia en su Índice Global de Competitividad: si hace 10 años se ocupó el puesto 63, en el último reporte conocido a finales del año pasado ocupó el puesto 61 entre 140 países.

Sobre la trascedencia del encuentro latinoamericano del WEF y su aporte a mejorar la competitividad de Colombia, EL COLOMBIANO consultó voces de expertos.

Cabe anotar que este evento es una expresión regional del espíritu con que, desde 1971, se abrió un espacio anual internacional en Ginebra y luego en Davos, ambos en Suiza. El fundador del WEF, el alemán Klaus Schwab, se propuso mejorar la cooperación público-privada e involucrar a grandes líderes políticos, empresariales, académicos y representantes de la sociedad civil.

El alcance de estos foros

Así que la tarea del WEF en América Latina es consensuar posturas para buscar un desarrollo más armónico, que no solo es tarea de los gobiernos. Ahora, las versiones no son comparables, pues tienen particularidades en función de los retos y coyunturas económicas y sociales de la región.

“El foro no es un espacio donde se fijan tareas puntuales para los países, es un escenario de reflexión en que se promueven nuevas políticas de desarrollo, entre lo público y lo privado”, aclaró Jorge Londoño Saldarriaga, expresidente de Bancolombia, quien promovió traer el foro del WEF a Medellín.

Por lo anterior, no son vinculantes las conclusiones de cada edición. “Es un espacio que reúne la élite política y económica, sin presencia del ciudadano de a pie”, añadió Saúl Pineda Hoyos, director del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas de la Universidad del Rosario.

Pero hay voces menos optimistas con este tipo de eventos, que afirman que solo se tratan temas de moda, como señaló a este diario Mauricio Cabrera Galvis, banquero de inversión y consultor. “La trascendencia es mínima. En estas cosas de la burocracia internacional, el objetivo de estos eventos es fijar la fecha y el lugar del siguiente foro”, agregó.

Sin embargo, el WEF capítulo Latinoamérica también es un espacio para que el empresariado reconozca su enorme responsabilidad en temas como la corrupción en ámbitos privados y públicos.

Así lo consideró Andrés Molano Rojas, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, quien señaló que en estos espacios “se deben generar códigos de buenas prácticas entre las empresas, con compromiso en derechos humanos, sin descargar la responsabilidad en otros”.

Lo cierto es que si estas reuniones de alto nivel permiten deliberar a distintos agentes económicos y sociales, “los empresarios no están llamados a sustituir al Estado, ni el Estado puede descargar sus responsabilidades en los empresarios”, agregó Molano.

Del discurso al ranquin

En esas condiciones, el otro aspecto a tener en cuenta en el caso de Colombia es que los lineamientos de estos certámenes no guardan correlación con mejorar en indicadores básicos evaluados por el mismo WEF.

Por ejemplo, en tamaño de mercado, Colombia pasó de ocupar el puesto 31 (2006) al 36 (2015); en preparación tecnológica se retrocedió del puesto 71 al 70 en el mismo lapso, así como en educación superior (66 al 70); aunque mostró avances en desarrollo de mercado financiero, subió 42 puestos, del 67 al 25.

Sin embargo, donde ha mostrado más retrocesos es en eficiencias de los mercados de bienes (del 74 al 108) y laboral (63 al 86), que miden temas como capacidad de la industria local y capital humano. También cede posiciones en sofisticación de negocios (del 48 al 59) y en innovación (del 57 al 76).

“Al mirar estas cifras, se confirma que el país no ha aprovechado al máximo este Foro. Hay otros países de la región que se están moviendo más rápido que Colombia, por ejemplo Perú, Chile y Ecuador en materia de infraestructura”, concluyó Pineda.

61
es el puesto de Colombia en el ranquin global del WEF y en 2006 ocupaba el 63.

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