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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Una foto de Manuel Mejía Vallejo en la Biblioteca Pública Piloto. Foto de Jairo Osorio, del libro iconográfico que pronto publicará sobre el autor, Manuel revelado.
    Una foto de Manuel Mejía Vallejo en la Biblioteca Pública Piloto. Foto de Jairo Osorio, del libro iconográfico que pronto publicará sobre el autor, Manuel revelado.
  • Jairo Morales Henao ha publicado novelas, libros de cuento y de ensayo. Además, ha sido ganador y finalista de varios concursos de cuento. Foto: Esneyder Gutiérrez.
    Jairo Morales Henao ha publicado novelas, libros de cuento y de ensayo. Además, ha sido ganador y finalista de varios concursos de cuento. Foto: Esneyder Gutiérrez.
  • Luis Fernando Macías es narrador, poeta, ensayista, autor de obras para niños. Ha sido director de la Revista Universidad de Antioquia y codirector de las revistas Poesía y Esteros. Foto: Cortesía.
    Luis Fernando Macías es narrador, poeta, ensayista, autor de obras para niños. Ha sido director de la Revista Universidad de Antioquia y codirector de las revistas Poesía y Esteros. Foto: Cortesía.
  • Lucía Victoria Torres es periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Ha incursionado en la ficción de corto y largo aliento. Foto: Cortesía.
    Lucía Victoria Torres es periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Ha incursionado en la ficción de corto y largo aliento. Foto: Cortesía.

Las lecciones de Manuel Mejía Vallejo, testimonios de asistentes al taller literario

En una época en la que los talleres literarios no estaban de moda, el autor de La casa de las dos palmas lideró uno durante más de quince años. Por allí pasaron algunos de los autores antioqueños que han merecido reconocimientos y premios literarios.

Ángel Castaño Guzmán | Publicado

Hay un maestro por cada alumno. Una imagen cristalizada por el tiempo y la nostalgia. Unos ponen el énfasis en la elegancia de Manuel Mejía Vallejo, en sus corbatas y sacos de paño. “Manuel perteneció a la última generación que vistió así”, dicen. Otros hacen hincapié en la facilidad que tenía para recitar poemas enteros de Porfirio Barba Jacob... “Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día.../en que levamos anclas para jamás volver.../un día en que discurren vientos ineluctables./¡Un día en que ya nadie nos puede retener!”... Lo hacía a la menor oportunidad en las sesiones del taller, en las tertulias en cantinitas. Todos hablan de su lengua privilegiada, de la destreza para dosificar en las charlas anécdotas y consejos y preguntas. “Manuel era el centro de las conversaciones. Todo giraba a su alrededor, era un placer escucharlo”, dicen. Tan fue así que la gente llegaba antes o después de las sesiones del taller —los miércoles de cuatro a seis de la tarde— con la única intención de sentarse a la mesa de Manuel y brindar con unos guaros. Para dimensionar la relevancia de Manuel en sus discípulos basta con recordar que no fue el primer tutor del taller de escritores que ha pasado a la memoria regional por ser, precisamente, el taller de Mejía Vallejo, así su nombre oficial sea otro: Taller de Escritores de la BPP. Antes estuvieron al frente Juan Luis Mejía y Jairo Morales y después ha estado, de nuevo, Jairo Morales. Pero la gente siempre habla del taller como el de Mejía Vallejo.

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Los recuerdos son muchos. Manuel llegaba a las sesiones con un vaso lleno de un líquido transparente. Y con los minutos le daba uno, dos, tres sorbos. Lo hacía mientras los demás leían textos o comentaban los de los compañeros. A medida que el vaso se vaciaba la conversa de Manuel se hacía chispeante, luminosa. “Tiempo después nos dimos cuenta de que el vaso no tenía agua sino aguardiente”, dicen. También coinciden en la insistencia del autor renombrado —ya entonces había ganado el Nadal por El día señalado y publicado Aire de Tango— en aconsejarles a los aprendices la importancia de publicar. “Los escritores publican, cada rato decía Manuel”, dicen. Muchos conservan las hojas de sus cuentos con las anotaciones de Manuel. Recuerdan los consejos para insuflarles a los nombres de las páginas una vida que a veces no tienen los vivos de verdad. “Hay que escribir con los cinco sentidos nos decía”. En otras palabras, los textos tienen peso, olor, consistencia, sonido, pulsaciones. “Manuel fue un maestro de vida para mí”, dice uno. “Lo recuerdo como un padre literario, un tutor”, dice otra. Los maestros sobreviven en sus alumnos. Estos testimonios revelan el legado de un autor que también escribió en las mentes y recuerdos de sus estudiantes.

Jairo Morales Henao, escritor

“Me enteré de la existencia del taller en una página de EL COLOMBIANO, en 1978. Citaban a un taller de escritura, eso aquí nunca había existido. Toda la vida han existido las tertulias, pero un taller es una cosa diferente. La idea de fundar uno fue de Alejandro González, que era el director de La Piloto. Él vino con esa idea porque había estado en uno en Iowa, Estados Unidos. Manuel llegó a dirigir el taller en mayo de 1979, por recomendación de Gloria Inés Palomino. Estuve en el taller con él más o menos ocho meses. Manuel trabajaba con base en los textos que nosotros le presentábamos. Él comentaba los textos delante de todos y después comentábamos el resto. No eran clases de literatura, eran sesiones de taller. Manuel no daba conceptos de teoría literaria. Él señalaba los errores de los textos, no eran críticas agresivas. Una vez le presenté un cuento y él me dijo: ‘A ver, maestrico. ¿En las calles por las que pasó el personaje no pasó frente a una panadería, una venta de pescado o de frutas, una cantina? ¿No olió nada? Hay que escribir con los cinco sentidos’”.

Jairo Morales Henao ha publicado novelas, libros de cuento y de ensayo. Además, ha sido ganador y finalista de varios concursos de cuento. Foto: Esneyder Gutiérrez.
Jairo Morales Henao ha publicado novelas, libros de cuento y de ensayo. Además, ha sido ganador y finalista de varios concursos de cuento. Foto: Esneyder Gutiérrez.

Luis Fernando Macías, poeta.

“Manuel decía que la poesía tenía que tener por detrás una filosofía. Decía que la poesía sin una filosofía propia del autor es palabrería hueca. Esa es una enseñanza que no tiene medida, que lo cambia a uno para siempre. Manuel no fue solo un maestro de la escritura, fue un maestro de la vida. Él sabía muy bien que ningún hombre tenía la verdad. Eso lo sabía muy bien, pero él sabía que un escritor no puede mentir en su obra. Sabía que la ficción es la única manera de tener distancia con la realidad. Yo no puedo diferenciar lo que aprendí de Manuel de lo que aprendí en otros lados. Fui al taller durante los quince años en los que él estuvo al frente y lo seguí frecuentando. En el 92 estaba haciendo un trabajo para una especialización en literatura, mi trabajo consistía en un diario de lectura sobre la obra de Manuel. Fui a visitarlo a Ziruma y cuando llegué él estaba trabajando en la máquina de escribir. ‘Manuel, ¿qué estás haciendo?’, le pregunté. ‘Estoy pasando en limpio la segunda parte de la Casa de las Dos Palmas’, me dijo. Luego de su muerte encontraron una novela detrás de un estante de la biblioteca. Manuel fue el gran continuador de la tradición de Tomás Carrasquilla”.

Luis Fernando Macías es narrador, poeta, ensayista, autor de obras para niños. Ha sido director de la Revista Universidad de Antioquia y codirector de las revistas Poesía y Esteros. Foto: Cortesía.
Luis Fernando Macías es narrador, poeta, ensayista, autor de obras para niños. Ha sido director de la Revista Universidad de Antioquia y codirector de las revistas Poesía y Esteros. Foto: Cortesía.

Lucía Victoria Torres, periodista y escritora

“Estaba en el taller de escritores cuando llegó Manuel. Conocí del taller de escritores —el segundo que se creaba en el país, después de uno en Bogotá— en el año en que terminaba mi secundaria: un profesor de literatura me mostró un aviso al final del año en EL COLOMBIANO, en el que convocaban al taller de escritores. Manuel le dio al taller el modelo de clase. Los trabajos que nosotros le pasábamos él los calificaba y los corregía y les ponía noticas. A partir de eso contaba anécdotas o experiencias personales. Al fin y al cabo él era un escritor y eso le daba valor a lo que decía. Todo giraba alrededor del oficio de escribir. Era un conversador impresionante. Las anécdotas le daban un carácter de informalidad a los encuentros. Él motivaba mucho a publicar. Decía: un escritor debe publicar.

Manuel era un ser generoso con el conocimiento y para promover gente joven. Lo importante de una celebración de este tipo es que la obra de Manuel se conozca. La obra de Manuel enseña mucho. Seguí frecuentando a Manuel como corresponsal de El Tiempo porque la oficina del periódico quedaba en el centro. Y él trabajaba en la casa de la calle Perú. Allá iba a mostrarle mis textos y a conversar. También fui a Ziruma. Fue una amistad intermitente durante mi vida de corresponsal. Siempre tuve contacto con él. Él se convirtió en una especie de mentor para mí. Él creía que tenía talento y me motivaba mucho y corregía textos. Por mis viajes de trabajo perdí el contacto con muchos compañeros de esa época, menos con Manuel. A él siempre lo tuve cerca. Él promovió la publicación de mi primer libro de cuentos. Manuel me dejó unos angelitos: la esposa y las hijas. Manuel para mí es una luz siempre encendida para que no deje la literatura. Ha sido un faro. Me siento en deuda con él, por la confianza que depositó en mí”.

$!Lucía Victoria Torres es periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Ha incursionado en la ficción de corto y largo aliento. Foto: Cortesía.
Lucía Victoria Torres es periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Ha incursionado en la ficción de corto y largo aliento. Foto: Cortesía.
Ángel Castaño Guzmán

Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.

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