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En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Una de las ectypas que viajaron a Medellín y que se expone en Mutis, la Expedición continúa. Foto Real Jardín Botánico de Madrid.
    Una de las ectypas que viajaron a Medellín y que se expone en Mutis, la Expedición continúa. Foto Real Jardín Botánico de Madrid.

Francisco José de Caldas, un sabio botánico

El sabio Caldas también exploró las plantas, y las dejó plasmadas en estampas naturales, casi como sellos. Una faceta no tan conocida y muy encantadora.

Kirvin Larios | Publicado

Antes de llevar a cabo las empresas que lo harían destacar como un militar, ingeniero, insurrecto y prócer de la independencia de Colombia, Francisco José de Caldas (1768-1816) admiró y estudió las plantas, hizo mapas para entender el crecimiento de ciertas especies vegetales y trabajó con la Expedición Botánica. Durante al menos una década su vida giró en torno al estudio de la geografía de las plantas, y sus averiguaciones, ensayos y estampas naturales fueron determinantes en la rama de la biología que hoy conocemos como ecología.

Con el mismo empeño en que se desenvolvió en sus demás facetas de astrónomo, geógrafo o periodista (excepto tal vez en la de comerciante, en la que tuvo poca fortuna), el neogranadino fue un gran observador de su naturaleza circundante, a la que le aplicó un método de estudio pensado para la diversidad del trópico y no las templadas zonas europeas. Aunque se tituló como abogado en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, amplió el foco de sus intereses de manera autodidacta, alcanzando una robustez de conocimiento acorde a su tiempo. En cuanto a su obsesión por la botánica, en una carta a José Celestino Mutis, que lo alentó en sus estudios, parece que describiera un amor a primera vista: “me entregué a esta ciencia antes de haberla comprendido”.

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A partir de su correspondencia establecida en 1801 con Mutis, Caldas no dejó de observar la naturaleza. Le ayudaron a cultivar ese amor lecturas como “Curso elemental de Botánica teórico y práctico” de Casimiro Gómez Ortega, la “Explicación de la Filosofía y Fundamentos Botánicos de Linneo” de Antonio Palau y “Philosophia botánica” de Linneo, en una versión de Gómez Ortega dada en regalo por el propio Mutis. Durante esa etapa en que recolectó y examinó distintas clases de plantas e inició una correspondencia con Mutis, también conoció a Alexander von Humboldt, prefigurando lo que vendría: ser reclutado en 1802 como agregado de la Expedición Botánica, el ambicioso proyecto sobre los recursos naturales del suelo americano emprendido desde la corona española.

El profesor Álvaro Cogollo Pacheco, biólogo de la Universidad de Antioquia, detalla en su ponencia sobre “Francisco José de Caldas. El botánico” la tarea de “El Sabio” como miembro adjunto de la Expedición. Entre otras actividades, debía explorar los territorios de la Real Audiencia, en el Ecuador de entonces, con el fin de sentar las bases para la creación de un herbario del lugar, especialmente de especies nuevas del árbol de la quina. Caldas ya había estudiado la zona de Quito para su investigación “Memoria sobre la nivelación de las plantas en las vecindades del Ecuador”. En dicha obra, elaboró un mapa que señalaba las alturas en las que crecen determinadas especies vegetales.

En sus investigaciones, que sorprendieron a Mutis y al propio Humboldt, fue consciente del caudal de conocimiento que intentaba abarcar. “La tarea actual de mis estudios es amplia. Un solo hombre no bastará para darle el toque final: se necesita la ayuda de muchos durante una sucesión de años. ¡Por lo pronto hay que empezar con una nivelación de todas las plantas! Pasarán generaciones antes de que la botánica pueda indicar los límites de la extensión de cada vegetal”, escribió.

Caldas firmó obras como el “Herbario de las plantas ecuatorianas”, “El influjo del clima sobre los seres vivos” y numerosas entregas en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, en la cual se publicaban de forma seriada piezas de carácter científico para caracterizar el territorio de la Nueva Granada. Contribuyó en la obra “Quinología” de Mutis, que completaría su sobrino Sinforoso Mutis tras su muerte, y del que solo tiempo después se reconoció la importancia de las investigaciones de Caldas para su realización.

Con la muerte de Mutis y la Expedición Botánica a cargo de Sinforoso, la empresa botánica de Caldas también culminó. A finales de la primera década del siglo XIX se dedicó a apoyar las acciones por la independencia, convirtiendo el Observatorio Astronómico, del que estaba a cargo, en un laboratorio donde se reunían los independentistas. En 1810, tras el grito de Independencia, la Real Expedición Botánica fue cancelada. En 1816 Caldas fue apresado en la batalla de la Cuchilla del Tambo, tras lo cual fue juzgado y fusilado junto a Francisco Antonio Ulloa, José Miguel Montalvo, y Miguel Buch.

Las ectypas de Francisco José Caldas

Uno de los aportes más valiosos del prócer fueron la colección de ectypas o “heptipas”, como él las denominó y que realizó en sus excursiones como agregado de la Expedición Botánica en los actuales territorios de Ecuador y el sur de Colombia. Entre 1802 y 1805, Caldas aplicó este procedimiento de impresión —posiblemente enseñado por Humboldt y Aimeé Bonpland—, consistente en crear una impresión de una planta mediante el entintado de las dos caras de la hoja y su posterior prensado sobre un papel de buena calidad, como el verjurado.

Dos de esas singulares estampas —no era una técnica muy usada por los expedicionarios— se encuentran exhibidas en el Museo de Antioquia como parte de la exposición “Mutis, la expedición continua”, que reúne dibujos originales, herbarios y estas dos estampas naturales tras más de dos siglos de haberse realizado. Las piezas se están exhibiendo por primera vez en Medellín; habían llegado a Bogotá, pero en menor cantidad.

La de Caldas se trata de una minúscula porción de una colección de más de 1.000 ectypas, pero que permiten acercarse a una faceta conocida pero poco estudiada y menos proyectada dentro del legado de la obra de este sabio. Como dice Esther García Guillén, del Real Jardin Botánico-CSIC de Madrid, se trata de unas estampas únicas en cuanto antiguedad, volumen y calidad, que se cree fueron realizadas en tinta china o con un humo negro obtenido mediante combustión.

Ambas ectypas permiten mostrar la forma en que procedía Caldas al realizarlas, dejando en ellas apuntes manuscritos con su respectivo número de colección y a veces la clase y el nombre científico y el lugar donde fue recolectada. “Aplicaba el mismo número al espécimen de herbario, a la ectypa, a la descripción y al dibujo, e incluso a los materiales derivados, como su nivelación del Imbabura [en Ecuador], lo que permite conectarlos entre sí”, sostiene García Guillén.

Una de las piezas impresas es la Epidendrum frutex, una orquídea con tallo de junco de gran altitud originaria de Colombia, Ecuador, Venezuela y Perú. Según el catálogo de plantas de la Universidad Nacional, crece en Antioquia, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Meta, Nariño, Risaralda, Tolima y Valle. El otro ejemplar prensado es la Helicteres brevispira, que en Colombia es nativa de los Andes y el valle del Magdalena.

Estas piezas constituyen un documento asombroso para acercarse a los estudios y métodos de estudio de una mente inagotable, que tal vez sin quererlo inspiró estudios posteriores y legó piezas de una belleza artística única para que la naturaleza de nuestras plantas siguiera siendo contemplada y la expedición no termine todavía.

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Kirvin Larios

Periodista cultural de EL COLOMBIANO. Autor de “Por eso yo me quedo en mi casa”. Es el gemelo zurdo.

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