El ‘Cóndor’ cerró sus alas y tiene sumido en llanto al mundo futbolero. La muerte empezó a tocar su puerta cinco años atrás. Y Miguel Calero lo sabía. Por eso, algún día dijo que se quería ir por la puerta grande del Pachuca. Y así fue.
Tras su adiós definitivo, el año pasado, cuando los Tuzos honraron su memoria y hasta le pidieron que no se fuera, el también llamado Show Calero comenzó a planear los últimos días de su vida siempre en lo que más le gustaba: el trabajo de arquero.
Así, como el ave más grande del planeta, que es símbolo de fuerza y salud, bautizaron en México a Calero, quien murió ayer.
Paradójicamente a Miguelón, como igual lo llamaban, la salud varias veces le hizo los goles que él evitó en las canchas y uno de ellos, luego de generarle muerte cerebral, fue definitivo. No lo pudo atajar.
Su carisma y calidad lo hicieron ídolo en Colombia y México, donde se nacionalizó por petición del Pachuca, club que lo mantiene como uno de sus más insignes representantes desde que llegó, hace 12 años. Ese hombre dicharachero, alegre y líder por naturaleza, se ganó el aprecio de millones de aficionados que hoy lloran su muerte. Este vallecaucano de 41 años, al igual que René Higuita, impuso su sello en el arco.
En Colombia y tras su paso por Sporting de Barranquilla, Cali y Nacional, la apodaron el Show Calero, pues con su estilo de arquero goleador y antipenalti, convirtió el puesto más ingrato del fútbol en una fiesta, gracias a sus excentricidades y habilidades. La vida del larguirucho y frentero arquero, de voz apresurada como sus vuelos en las porterías, se apagó tras luchar durante 10 días contra la enfermedad.
Huella verdolaga
Antes de partir al Pachuca, en junio de 2000, Miguel no solo le dejó dos títulos a Nacional (Merconorte y torneo local), equipo que lo hizo ídolo. También le aportó su sangre a Antioquia, pues su hijo menor, Juan José, que ahora tiene 14 años, nació en esta tierra y completó la familia Calero Fierro, conformada también por su esposa Sandra y su vástago mayor, Miguel Ángel, hoy de 20, y quien,a través de su cuenta de Twitter, mantuvo informado al mundo sobre la salud de su padre desde el pasado 25 de noviembre.
"Miguel fue un señor, póngalo así, con letras mayúsculas. Su don de gentes lo hicieron una persona muy querida en el club", cuenta Patricia Zuluaga, exsecretaria de presidencia de Nacional, al agregar que el cuidapalos "tenía lindos detalles con todo el mundo y por eso duelen tanto las últimas noticias sobre él".
Se hizo célebre por sus atajadas y atuendos (gorra y pañoleta), y de víctima algunas veces pasó a ser verdugo por sus goles desde la mitad del campo y de cabeza, como se los hizo al Pereira, DIM y otros clubes manitos.
También dejó una huella imborrable en la Selección Colombia, en la que fue titular por encima de Higuita en la Copa América de Paraguay-99, donde le tapó penalti a Martín Palermo y festejó el triunfo ante Argentina.
El técnico Javier Álvarez lo recuerda por su liderazgo, perfeccionismo y proactividad. "Lo daba todo, era una persona valiosa, juiciosa y profesional".
El caudillo, el flaco con voz de mando, disfrutaba su rol de entrenador de arqueros tras su retiro de la competencia en 2011. En cuatro meses recibiría el grado de director técnico. Vivía feliz con su familia, su razón de ser, que no pudo ver que el ‘Cóndor’ colombiano levantara de nuevo su vuelo.
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