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A cuatro pistas de Urabá las devora el abandono

En Turbo, Necoclí, San Pedro y Arboletes se mueren sus pistas. Son dormidero del ganado o se las come el mar.

  • A cuatro pistas de Urabá las devora el abandono | Si se asienta un proyecto de vivienda, Arboletes no volvería a volar. FOTO RÓBINSON SÁENZ
    A cuatro pistas de Urabá las devora el abandono | Si se asienta un proyecto de vivienda, Arboletes no volvería a volar. FOTO RÓBINSON SÁENZ
05 de febrero de 2012
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En Necoclí, frente a la inmensidad del mar Caribe, el ganado de la hacienda Compostela retoza en los potreros, duerme en la tibieza de la pista de aterrizaje o el hangar, y en cuestiones aeronáuticas "como que está educado", porque cada que escucha el motor de una avioneta se sale del pavimento y observa la maniobra de descenso.

Ese comportamiento de los animales lo tiene aprendido Leonardo Grosso, un hombre que llegó de los Llanos Orientales a Urabá, en octubre de 2011, a manejar un hato de 1.000 hectáreas, que hasta entonces su patrón, también llanero, le respetó el nombre de El Cucharo.

Desde su mula, Grosso otea el paisaje de cielo sin nubes por el verano de enero y asiente que "hace rato no cae un avión", algo que ocurre cuando la Policía viene a acompañar alguna remesa de dinero o varios particulares se unen para pagar un chárter.

Aunque la pista está sembrada en un predio particular, sus sucesivos dueños nunca se han opuesto a que preste servicio a la operación comercial y Leonardo no ve problema en que continúe así.

-La pista es algo accidental ni nos va ni nos viene. Está bonita y les vamos a habilitar una entrada independiente a los vehículos, más cerca de la vía principal, dice.

El ingreso actual se hace por una trocha, difícil de transitar hasta para los camperos.

A quienes sí les viene y va es a los habitantes de cuatro municipios del Norte de Urabá: Turbo, San Pedro de Urabá y Arboletes, además de Necoclí, que en la última década han visto morir los terminales aéreos locales que por mucho tiempo les aliviaron el suplicio de un viaje por carretera de más de diez horas hasta Medellín.

La escena de la hacienda Compostela se repite, en parte, en San Pedro de Urabá, a cuyo aeropuerto (con pista pavimentada, sala de espera y oficina) lo devora el abandono. "Eso se volvió un dormidero de caballos y en el día lo aprovechan para aprender a manejar carro o correr motos", cuenta un vocero de la Alcaldía.

La infraestructura se expone al deterioro desde que la empresa ADA le sentenció su cierre en 2005.

Y en Arboletes se advierte que la sentencia es una larga condena porque la pista destapada sirve de travesía a los mototaxistas, a los ganaderos que van para sus fincas y a los niños que buscan el viento de las tardes para elevar cometas.

En un costado se arruman bloques de piedra de los que se utilizan para armar espolones y en la parte que da al mar se abrieron brechas para extender redes de servicios.

La recién llegada administración municipal, según el secretario de Gobierno, Marcelino Moreno, encontró un proyecto para construir 200 unidades de vivienda de interés social en los predios de la pista.

El operador es Comfama y ya se iniciaron las obras urbanísticas para el alcantarillado, algo que, de concretarse, sepultaría para siempre la ilusión del sector turístico de volver a tener un aeropuerto.

"La zona fue próspera entre los setenta y ochenta, se hacían exposiciones equinas, era un paseadero, pero llegó la violencia de los noventa y la gente dejó de venir", dice el administrador agrario Carlos Grajales . Sostiene que en los 16 años que está radicado en la zona no ha visto operar la pista, salvo un intento de particulares hace unos ocho años, que fracasó.

Pero la pavimentación de los 60 kilómetros de la vía entre Arboletes y Montería, en 1996, acercó al municipio antioqueño a la capital de Córdoba y con ello a su aeropuerto, que hoy es ruta aérea obligada.

La pista de Arboletes apenas sí se volvió a utilizar para brigadas de salud de la Patrulla Aérea de Antioquia y para un consejo comunal que encabezó el expresidente Uribe.

El panorama de quejas tiene una coincidencia en el pedido de que todas o, al menos algunas de las pistas, reanuden sus servicios por la importancia estratégica y vitalidad comercial del Norte de Urabá.

Líderes de Necoclí ya buscaron la mediación del gremio bananero ante la Aeronáutica Civil porque, según la exadministradora de la aerolínea ADA, Eva Cartagena , hasta que estuvo en operación hace más de tres años, se tenían cuatro frecuencias a la semana, y cree que hoy es posible reanudar con dos vuelos, compartidos con San Pedro de Urabá.

El interés del sector turístico es tal que, asegura, los dueños de los negocios están dispuestos a "donar" tres tiquetes por cada viaje para que la empresa complete los cupos hasta que la ruta vuelva a ser rentable.

En Arboletes el sector hotelero también quiere que se recupere la pista, para lo cual el Municipio tendría que detener el proyecto de vivienda, algo que el secretario de Gobierno, Marcelino Moreno , ve factible porque el propósito de la administración es "volcarse" al turismo como base de su economía. "La alcaldesa ( Diana Garrido ) va a dar la pelea", dice.

Ese querer también lo expresa el alcalde de San Pedro de Urabá, Néder Luis Díaz , quien se propone hacer una readecuación al aeropuerto para que vuelva a operar. La ubicación de su municipio es aún más difícil que la de sus vecinos, pues el viaje a Medellín demanda diez horas por Urabá y 13 horas por Montería, y eso si es en verano.

Y en Turbo se vive el contraste de tener cerrado uno de los primeros aeropuertos que se construyó en el país, antes de 1930. Hasta la década de los ochenta, recuerda el líder cívico Dafflys Romaña , fue una pista muy importante, que llegó a tener hasta cuatro vuelos diarios operados por Aces , pero la pista de un kilómetro quedó pequeña cuando la aerolínea cambió su flota a aviones más grandes.

La empresa ADA lo tuvo en actividad hasta 2006, cuando se cerró y luego la Aerocivil se lo entregó a la Policía Antinarcóticos que lo maneja ahora.

Por su abandono, parece que le va mejor al de Necoclí, donde el ganado se toma la pista para desfilar en el día y dormir en la noche, porque al de Turbo día y noche lo visitan las olas del mar, que ya se comieron un pedazo grande de la pista, mientras la infraestructura se pudre entre la maleza n

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