Las noches dejaron de ser exclusivas de los adultos, o al menos así parece ser. Tal vez se ha encontrado con adolescentes de 13 años en fiestas o escuchado que para la Primera Comunión, la celebración es una rumba.
Parece que la edad para salir a la calle, para irse de "farra" es cada vez menor y si no se está preparado para ello, la situación puede ser preocupante.
Y mucho más si se ven cifras como que el tabaquismo infantil se ha ido incrementando, hasta el punto que 1 de cada 7 adolescentes entre 13 y 15 años ya fuma, y un cuarto de ellos se inició en el consumo antes de los 10 años, según datos del estudio Atlas del tabaco, realizado por la Sociedad Americana del Cáncer en 2006.
La psicóloga Patricia Barrientos explica que "realmente hay un nivel de permisividad bastante alto por parte de los padres. Los chicos cada vez quieren tener una libertad sin límites específicos y muchas veces por evitar el conflicto ceden ante la petición". Además, algunos padres no están asumiendo sus roles y les parece que si el hijo no está, pueden irse de rumba también.
Fuera de casa
Salir necesita de madurez emocional, de estar preparados para decir no y asumir consecuencias. "Pueden estar en contacto con toda la parte de la droga o iniciados en prácticas sexuales inadecuadas que les van a hacer daño en su crecimiento personal", añade la psicóloga.
No obstante, no se trata de decir que los padres tienen la culpa o por el contrario los adolescentes. La idea es "asumir la crianza -indica Patricia- más responsablemente. Los chicos deben tener una formación y una inteligencia emocional para poder aprovechar las situaciones y asumir la responsabilidad frente a su propia vida".
Ahora bien, la inteligencia emocional, que tiene que ver con la comunicación, la autoestima, la expresión de sentimientos y emociones o aprender a decir no y a manejar las frustraciones, no depende de la edad y se debe enseñar desde pequeños, sobre todo con el ejemplo y "en la práctica, en la cotidianidad de la casa y del colegio", expresa Patricia.
Ello permitirá que los adolescentes pongan sus propios límites y se ganen sus espacios. "Cada chico va a ser tan libre como él mismo le ponga límites a su voluntad".
Y con ello se debe también tener en cuenta que cada hogar tiene sus propias normas y que no hay que hacer lo que todo el mundo hace. "Mucha parte del trabajo -argumenta la especialista - debe hacerse desde el hogar. Fomentar otro tipo de actividades, pues esto le abre un campo de motivación mucho más amplio y pueden encontrar otros alicientes de vida".
Claridades
No se puede pretender que los adolescentes piensen solo en casa y colegio, porque eso podría incluso reducir sus metas.
Además, no hay que ser solo restrictivos. Hay que encontrar un punto de equilibrio: ser tan firme para no derrumbarse fácilmente y tan flexible para entender la situación por la que pasan los adolescentes, esa en la que no son niños, pero tampoco adultos.
Y no hay que olvidar que la comunicación es indispensable. Hay que escuchar, permitir que se expresen y digan lo que sienten y piensan.
La calle está ahí, casi como un lobo hambriento. Y más que la edad, lo importante es qué tan preparados están los adolescentes para enfrentarla, saber qué quieren y tomar decisiones sobre su vida.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6