Hace 200 años, el Estado de Antioquia tuvo su primera Constitución. Se acunó en Santa Fe de Antioquia y se firmó en Rionegro. Dos ciudades que fueron fundamentales para la independencia del pueblo antioqueño de la Corona española.
A finales de diciembre de 1811, veintitrés representantes de las provincias del Estado de Antioquia se reunieron en Asamblea Constituyente en la hoy llamada Ciudad Madre. Comenzaron a trabajar en un proyecto de Carta Fundamental, redactado por Don Juan del Corral, José Manuel Restrepo y José María Hortíz. Coincidencialmente los tres, en 1813, declararían en solemne acto realizado en Santa Fe de Antioquia, la independencia de la región antioqueña.
Sobre los conceptos de Libertad, Igualdad, Seguridad y Propiedad, establecieron la Carta de navegación ideológica. La influencia de los principios de la Revolución Francesa -ocurrida 22 años atrás- fue evidente. Tanto José Manuel Restrepo como José María Hortíz, eran abogados del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, de Bogotá, en donde las enseñanzas de José Celestino Mutis dejaban una huella de innovadores y refrescantes vientos ideológicos.
En enero de 1812 los constituyentes que formaron el Colegio Electoral se trasladaron de Santa Fe de Antioquia a Rionegro. Allí sesionaron en fatigantes sesiones, protocolizadas en detalladas actas, elaboradas por el secretario de la institución, José María Hortíz, y que la Universidad Externado de Colombia ha recogido en afortunada publicación.
El 21 de marzo de 1812 -hace 200 años- se firmó esta Carta Magna, compuesta por cerca de 300 artículos y que consagró figuras tan transcendentales en la vida de los pueblos como el Tribunal de Cuentas para administrar la hacienda pública, el Contador General de la República -figura retomada en la Carta colombiana de 1991-, se otorgó a los esclavos el derecho a elegir, separó las funciones de la Iglesia y el Estado, delineó las funciones de los cuerpos legislativo, ejecutivo y jurisdiccional. Fue realmente el pacto social de los pueblos que formaban el Estado de Antioquia.
Esta Constitución -consecuencia de los movimientos comuneros en territorio antioqueño- se firmó dos días después de la de Cádiz, carta reformista y liberal que tendía a mejorar las relaciones de España con sus colonias. La de Cádiz suprimió el Tribunal de Inquisición, estableció la igualdad entre españoles y americanos, abolió las alcabalas e instauró la libertad de imprenta. Lamentablemente, su vigencia sería muy breve puesto que al reinstalarse en el poder Fernando VII, con la expulsión de los franceses, se restableció el absolutismo con sus consecuencias nefastas en el territorio americano.
El 3 de mayo de 1812, le correspondió al primer presidente constitucional del estado soberano de Antioquia, José Antonio Gómez Londoño, abogado del San Bartolomé, sancionar la Carta Fundamental.
El Colegio Constituyente, a finales de 1812, crearía el Centro de Estudios Mayores, para dictar no solo gramática y filosofía, sino que elaboraría un plan de estudios para enseñar álgebra, trigonometría, física, astronomía, química, mecá nica, entre otras materias. Era el aporte de la emancipación antioqueña para entrar en la educación avanzada.
Fue generoso este movimiento restaurador e independentista antioqueño. Ayudas económicas de las arcas de la región, salieron para auxiliar a los patriotas de Cartagena y Popayán. Y también supieron defender su autonomía, cuando los delegados de Antioquia en la Asamblea de Cundinamarca -febrero de 1812, hace 2 siglos- acabaron con las pretensiones centralistas para conquistar los destinos de Antioquia. Juan del Corral y José Manuel Restrepo, fueron los artífices de tan vigorosa defensa de los intereses de la comarca.
La Constitución de 1812 sería el prólogo a lo que un año después - agosto 11 de 1813- desembocaría en la declaración de independencia absoluta, de España, firmada en Santa Fe de Antioquia por Juan del Corral como presidente dictador, José Manuel Restrepo, secretario de Gracia y Justicia, y José María Hortíz, secretario de Hacienda y de Guerra. Su redacción, es un compendio del talante emancipador de la región y ha sido considerada como uno de los más altivos e inapelables pronunciamientos de la Nueva Granada por cuanto se desconocía de un plumazo la soberanía del rey Fernando VII y sólo se reconocía como fuente de toda autoridad, aquella que emanara directamente del pueblo.
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