"Echate esta crema que es maravillosa y ve esta loción hace milagros". Cuando le hagan este tipo de propuestas absténgase o por lo menos, tenga mucho cuidado si decide aplicarse algo. Tenga presente que frente al uso de productos dermatológicos hay dos reglas que jamás pueden pasarse por alto. Una: todas las pieles no son iguales. Dos: verifique la procedencia de los productos, pues pueden tener efectos nocivos que afecten gravemente la piel.
"La recomendación es usar productos dermatológicamente probados es decir, que antes de comercializarse se hayan hecho todas las pruebas de aplicación, que tengan registro Invima y buenas prácticas de manufactura. Hay muchos productos en el comercio que son preparados en garajes, sitios no adecuados y además de producir daños pueden contaminarse con hongos, bacterias o lo peor, no sabemos qué nos estamos aplicando", explicó Beatriz Orozco Mora, médica dermatóloga de la Torre Médica Las Américas.
Los tratamientos caseros
De ellos no puede decirse que son malos, pues desde hace años la miel, la avena y el azúcar han sido aliados de la piel. Sin embargo, la advertencia de qué aplicarse o no, se centra en la forma en que esos productos fueron elaborados, pues algunos suelen descomponerse con el tiempo.
"Un producto fino puede durar un año y no le pasa nada, pero los productos que fueron preparados en condiciones no adecuadas de esterilidad pueden contaminarse y descomponerse con el tiempo. Un componente se separa rápidamente del otro, se vinagra, se daña, hay mal olor y con eso hay que estar muy atentos" advirtió la especialista.
El éxito en la aplicación de un tratamiento está en ponerse uno que sea acorde con la edad y la piel. Si es una piel joven con el antisolar, la humectante o una crema para el contorno de ojos es suficiente. Pero si es una piel madura, en el mercado hay una amplia variedad de productos con base en ácido glicólico, ácido fólico y retinoides, que sirven para combatir el fotoenvejecimiento.
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