La frase completa la conocemos hace muchos años: bendita seas democracia, aunque al fin nos mates... Puede tener alguna ligera variante pero la idea es esa. Que sea bendita así tengamos que soportar las hondas brechas, los altos índices de pobreza, la violencia, los muertos, la guerra. En fin, que debemos dejarnos matar porque, dicen, al fin de cuentas es el mejor sistema de gobierno que puede "soportar" el hombre.
Por ahí escuché algo y me sigue zumbando: TODO PARA EL PUEBLO PERO SIN EL PUEBLO. Es más o menos lo que proponen algunos de los posibles padres de la patria. Una cosa que llaman corrupción, otra que se denomina mermelada, y otro montón de palabras escritas en los códigos y que no me atrevo a decirlas porque cuando se denuncia existe la presunción de que se miente, y es mejor seguir cobijado por los paraguas que presta la democracia en momentos difíciles. Para eso sí sirve la democracia: tapar, cubrir, poner paraguas, en fin, ocultar...
Cinco millones de desocupados, treinta millones de pobres, decenas de asesinados cada día, no sé cuántas mentiras por minuto, cincuenta años de guerra, media piscina olímpica es la sangre derramada y la pequeña fresa: mil doscientos celulares robados cada día. Eso es apenas un adorno. Y adornos humanos, primos bobalicones pegavallas, precandidatos y tas con una especie de anemia intelectual y física... pero que viva la democracia y la salsa de tomate.
PAUSA. Estamos en la época de las cavernas... pero con misiles.
COSAS. Menos mal que conocemos algunas buenas noticias, buenas de verdad y que hablan de las nuevas posibilidades de vida para aquellos hermanos terrestres que sufren graves males del corazón. Ya comienza a usarse una pega para las operaciones cardíacas, en lugar de las famosas puntadas que se tenían que dar en el pasado. No sé si ya esa bendita pegaloca está funcionando pero en la televisión han mostrado intervenciones con el nuevo sistema.
Pero siguen en la pantalla chica internacional algunas programaciones simplemente indeseables. Por supuesto que en primer lugar están las del erotismo al destape y luego sigue la violencia su camino ininterrumpido y entran los españoles con un lenguaje sucio y descarado. Alguien dice que llaman a las cosas por su nombre, pero a una dama embarazada de ocho meses no se le puede decir que tiene la tripa muy pronunciada. ¿Quién puede llamar a España la madre patria con ese lenguaje de alcantarilla? Ya lo han dicho: España no hay sino una y pronto no habrá ninguna.
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