El Plan Nacional de Desarrollo, radicado en el Congreso por el Gobierno, descarta varias promesas de campaña y acoge propuestas importantes de otros partidos, mostrando que el pragmatismo y no ideología es lo que prima en las decisiones del Gobierno.
Sin duda, las promesas y los programas presentados durante la campaña por la candidata o candidato electo son el borrador de su plan de desarrollo.
Los ciudadanos votan por la candidata esperando que, de ser elegida, cumpla con sus promesas.
El conjunto de promesas de Santos se resume en las 109 iniciativas que presentó durante la campaña presidencial.
De estos compromisos ninguno hablaba sobre cambio climático; ninguno se refería a la población lesbiana, gai, bisexual, transgénero e intersexual (LGBTI); y los afrocolombianos e indígenas tenían un papel secundario, si es que se mencionaban.
En contraste, el entonces candidato presidencial por el Partido Verde, Antanas Mockus, les daba un papel central a estos grupos y al medio ambiente en su programa (puntos IX.4, XII.13, XIII.4).
Pero ya no estamos en campaña y Juan Manuel Santos es presidente.
Y, ¡sorpresa! El Plan de Desarrollo de su gobierno incluye a la comunidad LGBTI y habla de reconocer sus derechos (p. 239).
Este cambio es bienvenido, pues promueve la inclusión e igualdad. Y aunque algunos conservadores no opinarían lo mismo, es un signo de que el Gobierno escucha a los miembros de la Unidad Nacional, pero conserva su independencia.
Sin duda, las circunstancias también han hecho que el Gobierno cambie de opinión.
Por ejemplo, la ola invernal (que nuevamente ha comenzado) obligó al Gobierno Nacional a reconocer el cambio climático como un problema serio para el país. El cambio climático aparece a lo largo de todo el Plan de Desarrollo (y en muchos de sus capítulos) convirtiéndose en un tema central.
Ahora el Plan contempla hasta la creación del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (p. 404), un tema en el que Chile, Argentina y España (entre otros) llevan ventaja. Pero, nuevamente, bienvenido el cambio.
Por último, y luego de tantos debates y de Santos prometer que no subiría ni crearía nuevos impuestos durante su gobierno, ya nos empiezan a avisar de posibles "impuestos transitorios" (p. 183).
El problema es que lo mismo decían del cuatro por mil (que empezó como el 2 por mil) y ya van más de 12 años y contando (desde noviembre de 1998). Pero si estos nuevos tributos generan mayor equidad y distribución del ingreso y riqueza, bienvenidos.
Acoger las buenas propuestas de los contrincantes es beneficioso para el país aunque los costos políticos puedan ser significativos.
Sin embargo, esos costos valen la pena si con estas propuestas se promueve el desarrollo e inclusión social en Colombia.
Bienvenidos los buenos cambios.
* Profesor, Departamento de Economía, U. de A.
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