Termina el año 2013 con blancos, negros y grises para Colombia. Nuestra gran frustración y tristeza: la pérdida de 75.000 millas de mar; nuestra gran esperanza: la posibilidad de que las conversaciones en La Habana terminen allanando el camino hacia la paz; y nuestra gran inquietud: el necesario éxito en la aplicación de las leyes que buscan mayor equidad y la justicia social.
Dentro del contexto gris, propio del pesimismo que hoy caracteriza la opinión pública, deseo opinar sobre un blanco y un negro en particular: De una parte, está a la decisión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de sacar a Colombia de la lista negra de países del hemisferio que han violado en forma sistemática los derechos humanos, y de la otra, los niveles de hambre y pobreza, que si bien han disminuido, están aún lejos de los porcentajes deseables.
Blanca es la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, quien reconoció y valora el gran esfuerzo que el país está haciendo en los temas de protección de los derechos humanos y atención a las víctimas. Nos falta conocer el informe en que específicamente se refiere al país para entender la dimensión de los logros y el impacto positivo de las acciones del gobierno en tan importante materia.
En un mundo progresivamente globalizado y con efecto directo sobre las relaciones internacionales, la opinión de los organismos multilaterales, de los cuales el país es signatario, adquiere cada vez más valor y significado. Dentro de nuestra coyuntura, si las Farc suspenden la comisión de actos delictivos contra la sociedad colombiana, la protección de los derechos humanos alcanzará índices no vistos en los últimos sesenta años y mayores serán los reconocimientos.
Negra es la insuficiencia de logros en temas de hambre y pobreza, el primero de los ocho objetivos del milenio. Si bien el país crecerá económicamente este año en niveles superiores al 4 % y se muestran indicadores positivos en productividad y generación de empleo, el 20 % de los trabajadores colombianos viven bajo la línea de pobreza, según la Organización Internacional de Trabajo en su Informe mundial sobre salarios, recientemente publicado.
En el mismo informe, la OIT recomienda adoptar políticas sobre salario mínimo para reducir la pobreza y ofrecer protección social a los trabajadores vulnerables. Sugiere también que en la definición de los salarios mínimos se consideren las necesidades de los trabajadores, así como los niveles de productividad, las exigencias del desarrollo económico y la importancia de mantener un alto nivel de empleo.
Adicionalmente, bien sabemos que el grado de desigualdad en la distribución del ingreso en Colombia es de los más inequitativos de América Latina; que solo el 27 % de los asalariados supera la asignación de $1.200.000 mensuales y que más del 50 % del PIB del país está en manos del 10 % de la población.
Pareciera que en el contexto de grises, los negros son más notorios que los blancos. Ojalá las decisiones en curso referentes a la reforma tributaria y la fijación del salario mínimo ayuden a nivelar esta desafortunada relación.
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