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Nadie tiene certeza de lo que puede ocurrir luego de una explosión. Existen varios factores que determinan el resultado: la fuerza, el escenario, el material y, por qué no, la creatividad. En el caso de Glya, el producto es una interconexión social que tiene un objetivo claro: aliviar la salud de los colombianos mediante las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Glya, como el tejido que alimenta las neuronas del cerebro, es el proyecto empresarial de un antioqueño, un manizaleño y un bogotano que unieron átomos y bits para crear una plataforma de apoyo clínico que permite la atención de los pacientes empleando eso que algunos llaman telemedicina, pero que ellos prefieren llamar prácticas médicas.
"Queremos aumentar la cobertura del servicio de salud, independiente del estrato social, la raza o el lugar donde se vive, primero en Colombia y luego en el mundo", afirma Diego Pérez, el bioingeniero del grupo.
Por su parte, Carlos López, el médico de la tríada de emprendedores, dice que el eje fundamental del proyecto es el paciente y define Glya como "una herramienta que se encontrará en la nube y que servirá como apoyo clínico multimedia, para que las personas puedan ser atendidas en menor tiempo desde cualquier lugar, por alejado que esté".
Esto quiere decir que si una persona se encuentra en Briceño, Antioquia, y necesita un dermatólogo que esté en Medellín, no tendrá que esperar un viaje para realizar su consulta.
"Con el portal que está en etapa de prueba y puede consultarse en www.glya.co, algunas consultas podrían hacerse en línea mucho más rápido y con un menor costo", precisa Víctor Pachón, el tercer integrante del grupo y quien se desempeña como administrador de empresas.
Oportunidades de mercado
Quienes hacen parte de Glya son conscientes de las dificultades que tiene su proyecto cuando se piensa en la ejecución.
El temor a perder la relación entre el médico y el paciente es latente entre la mayoría de los seres humanos, pero esto es ante todo una costumbre cultural. Carlos ha puesto en práctica la telemedicina y afirma que esto dejó de ser un problema de la tecnología.
"Ya los mecanismos están inventados, pero los modelos no pueden ser exitosos hasta que no exista un cambio en el paradigma. El proceso es similar al que ocurrió con los bancos, antes todos tenían temor de ir al cajero, pero ahora nadie reniega porque tiene que hacerlo".
Es por esta razón que uno de los ejes fundamentales de Glya es la apropiación tecnológica y social. "Nuestro proyecto está encaminado a cambiar la cultura".
Incluso, entre Diego y Carlos implementaron hace cerca de un año un piloto en La Guajira con los indígenas wayúu, con el objetivo de hacer unas pruebas culturales con las teleconsultas.
Consiguieron un satélite prestado con una fundación bogotana, Carlos viajó hasta el departamento de la punta norte de Colombia, Diego se quedó en Medellín y un grupo de especialistas bogotanos atendieron desde la capital.
"Al principio se sentían extraños hablándole a un computador, pero el resultado fue muy positivo. Los atendieron varios especialistas, les dieron las recomendaciones necesarias y pudimos observar los resultados", narra Diego, que también cuenta con experiencia en este campo, puesto que fue parte de Telemap, un proyecto de la Universidad de Antioquia que fue condecorado con la Orquídea del Concejo de Medellín, por atender con telemedicina a las víctimas de las minas antipersonal en Antioquia.
También fue asesor de la Ley 1419 de 2010, que establece los lineamientos de la telesalud en el país.
Glya resultó ganador de la convocatoria Wayra, iniciativa de Telefónica que busca patrocinar con 70 mil dólares a 10 proyectos en los que se involucre internet como una idea de negocio.
La unión de átomos y bits logró vencer más de 500 proyectos que ahora se enlistan en una explosión que une una idea con un sueño.