La propaganda de una conocida cementera que se escucha por todos los medios, tal parece que impresionó a la Administración Municipal, pues se advierte resaltada en el eslogan que desplegó en decenas de vallas puestas por todas partes: "Medellín obra con amor". Pero amor al cemento. El "verde llama", de la pegajosa canción cafetera que sería la adecuada conjugación para una ciudad que ha perdido sus zonas verdes entregadas por todas las administraciones de la ciudad a los particulares por omisión para parquear vehículos en ellas, es dinámica que sigue también la presente con sus nuevas intervenciones.
Y las bases de esta tergiversación están allí representadas en las pirámides de la Avenida Oriental, donde el gobernante de entonces fundó esa visión para que a partir de ahí reconociéramos que lo verde era una metáfora, representada en las pirámides forradas en cristanac, que se construyeron en el separador central. Y que lo verde-verde de nuestras montañas, de nuestra otrora floresta urbana, podría verse sólo desde ahí, desde la metáfora.
Y así ha seguido. La Gobernación, por ejemplo, con la alquimia de sus arquitectos, recogió el mensaje en el nuevo edificio de Plaza Mayor que forró en "troncos", tal vez para expiar la recóndita culpa que arrastramos los antioqueños por aquello del hacha heredada, que hizo de casi todo nuestro territorio un erial, y devoró nuestras montañas urbanas. Una muestra es la intervención de la carrera 70 que ahogó los parques intermedios deslumbrados ahora por la "luz verde" donde los árboles estorban.
Cuando la ciudad está más necesitada de espacio verde auténtico, la Administración responde con metáforas de cemento, artilugio de la nueva arquitectura desdeñosa de propuestas plausibles que en momentos menos exigentes se plantearon para atender con visión a la ciudad, amenazada ahora por la contaminación, como lo fue el modelo que ofreció Suramericana en su sede del río, cuando estuvo al frente Jorge Molina Moreno, ese si arquitecto de ciudad y ejemplo de responsabilidad empresarial que supo hacer la distinción entre un parque y un secadero de café.
Y ese modelo generoso que contrasta ahora con los patios que ofrece la administración de la ciudad en nada contribuye a pagar la deuda que arrastra y que profundiza; una ciudad que reclama más zonas verdes de verdad para respirar no son propuestas obsoletas sino el modelo de ciudad sostenible.
*Del Colectivo ambiental de Antioquia
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