Dos cosas tiene claras el clasificado 101 de Colombia a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, César Villarraga: primero, que su vida siempre la dedicará a Dios, y segundo, que si no da resultados o se llega a lesionar, no lo volverán a mirar como lo ven ahora.
Por eso sustenta dos hipótesis bien marcadas: “la gloria deportiva nunca será más grande que Dios”, y “en cualquier momento nos lesionamos gravemente y nos echan”.
Y es que esas dos experiencias son las que han marcado la vida del boxeador bogotano César Andrés Villarraga Aldana, campeón nacional júnior, juvenil y mayores, medalla de oro en los Juegos Suramericanos de Medellín 2010, subcampeón centroamericano y clasificado en la categoría de los 64 kilogramos a los Juegos de Londres-2012.
Su vida ha estado marcada por dos experiencias bien particulares. La primera lo llevó a pensar seriamente en retirarse del boxeo aficionado y la segunda le llegó para afianzar su talento deportivo y llevarlo a estar entre los mejores boxeadores aficionados del mundo.
Momentos difíciles
A los 9 años, César fue obligado por su padre, Jhonson Villarraga, quien también fue boxeador, a que siguiera sus pasos en la Liga de Boxeo de Bogotá, pero la motivación de César fue otra pues recuerda que “en el colegio me pegaban, entonces me animé más por la defensa personal y también por darle gusto a mi papá”.
Y cuando empezó a entrar al alto rendimiento, integrando la Selección Bogotá, su hermano menor, Miguel, se animó a entrenar y en menos tiempo que César llegó a la Selección capitalina y juntos vistieron el tricolor nacional.
Sin embargo, cuando Miguel se perfilaba como uno de los mejores boxeadores de Colombia, cuenta César un episodio que marcó su vida y la de su familia.
“Un día, entrenando en la Liga, de un golpe que le dieron a Miguel, se le desprendió la retina del ojo izquierdo, lo operaron como al mes, pero salió mal de la operación, así que debían volver a operarlo máximo en 10 ó 15 días, pero el IDRD desembolsó la plata un año después y cuando se presentó, le dijeron que ya no se podía hacer nada por el ojo, intentaron hacer algo, pero ya era tarde”, recordó con nostalgia.
En ese tiempo, Miguel duró un buen tiempo con la vista por el ojo izquierdo en un 70 por ciento, pero “hoy día ya no ve nada, en algo que fue negligencia de la administración en ese entonces del IDRD”, dijo algo enojado el olímpico Villarraga.
“Durante ese tiempo, pensé en retirarme, porque como lo hablamos todos los compañeros, en cualquier momento nos lesionamos gravemente y nos van a echar, por eso estamos casi a la deriva”, comentó.
Y continuó con la historia de Miguel: “Mi hermano se quedó todo el año en la casa sin poder hacer nada, esperando el dinero y cuando salió el recurso, ya no se podía hacer nada; después, duro cuatro años sin poder hacer nada, porque nadie lo empleaba, sólo se conseguía trabajitos temporales en domicilios, pero nada fijo”.
Sin embargo, ya con más reconocimiento deportivo, César habló con la directora del IDRD, Ana Edurne, le contó la historia de Miguel y allí encontraron un trabajo fijo para el menor de los Villarraga, pero “como yo veía que eso no iba a ser suficiente para toda su vida, me puse en la tarea de buscarle universidad y lo acogieron en la Sergio Arboleda, sin ningún costo”, cuenta César con satisfacción, y reconoce que “aunque también pensé retirarme cuando mi hermano perdió el ojo, decidí seguir boxeando porque Dios sabe cómo hace las cosas, Él tiene un propósito con cada uno”.
La gloria es para Dios
Y esos momentos difíciles en la vida de César, quien de trabajar en el matadero y hacer domicilios en un restaurante, pasó a ser uno de los 107 colombianos que representarán el tricolor nacional en Londres, llegaron gracias a una fe particular que le permite decir con seguridad que “la gloria deportiva nunca será más grande que Dios”.
“Cuando empecé a entrenar boxeo, fueron tiempos duros, pero después de conocer a Dios verdaderamente en 2010, empezaron a llegar los triunfos, un título suramericano y mejores ingresos económicos por medio del deporte”, argumentó César, a quien en su camino a los Olímpicos le fue probada su fe.
“Cuando perdí en el Mundial y no clasifiqué a Londres, me dio duro, pero entendí que verdaderamente amo a Dios, sin importar fama, alegrías o tristezas, pues lo importante es lo que Él hace por mí, no el ganar o ser el mejor y creo que mi fidelidad, pese a la derrota, permitió que varios meses después lograra la clasificación, pues lo primero en mi corazón no son el dinero o la gloria deportiva, sino Dios”, dice César con una seguridad bien particular.
Y añadió: “Yo le pedí a Dios que me llevara a los Olímpicos y Él decidió que no fuera con mi compañero Jeison el año pasado, sino este año en Río de Janeiro. Yo quería que fuera en el Mundial, pero la decisión la tomó Dios y se logró lo que esperábamos”.
Dos situaciones, dos experiencias que marcaron la vida de César, por eso “cada vez confirmo más que Dios tiene un propósito con cada uno de nosotros. No es casualidad que yo seguí en el boxeo y que mi hermano esté así, pues yo podré decir que Dios me sacó de un trabajo en el matadero, cuando nadie creía en mí, para llevarme a unos Olímpicos, y mi hermano podrá decir que aunque no tuvo grandes éxitos deportivos, tiene un buen trabajo y estudia en una excelente universidad, sin pagar un solo peso”.
Y concluyó: “Cuando esté en Londres estoy seguro que voy a pensar en los momentos difíciles que he pasado, en aquellos momentos en que trabajé en el matadero; he pensado en llorar, y que rico hacerlo de alegría y no de tristeza, pero voy más allá y pienso, que cuando esté en el podio, cuando mi tricolor nacional esté subiendo a lo más alto, ahí si lloraré de alegría”.
Datos
César ya se encuentra en Cuba, en un proceso de preparación para Londres, regresará el 23 de junio a Bogotá, para alistar la maleta definitiva que lo llevará a una gira por Europa, que concluirá el 27 de julio en la inauguración de los Juegos en Londres y el arranque de las competencias olímpicas.
César Villarraga es casado con Martha Isabel Gil, tiene un hijo de tres años, Tomás, y espera a Jerónimo, su segundo hijo con Martha.
Frases
“Yo sé que mi hermano es mi primer fan, porque me ha dicho muchas veces que mis triunfos son los triunfos de él y cada vez que ganó, mi dedicación es para Dios, para él, para mi mamá, para mi esposa, mis hijos y mi familia, pero él tiene un lugar especial en mi corazón”.
“Dedicarse al deporte de alto rendimiento aficionado vale la pena, si tenemos a Dios de nuestro lado, si estudiamos algo de forma paralela para asegurar nuestra vida, porque aunque me parta o no la mano, tengo que dar resultados, por eso es mejor asegurar la vida por otro lado”.
“La vida me cambió cuando clasifiqué a Olímpicos porque me subieron el sueldo, ahora salgo más en los medios de comunicación, me he dado a conocer más y me ha ayudado a afianzarme más en mi fe a Cristo, a quien le entregué hace tres años mi vida y me ha recompensado bastante”.