Una ciudad innovadora requiere de ciudadanos sensibles frente a la ciencia, tecnología e innovación. Además, ante nuestro hondo déficit de científicos e investigadores, una buena alternativa es darles herramientas a los ciudadanos para aportar a la generación de conocimiento científico y hacer propias las tecnologías usándolas en la vida cotidiana.
La ciencia ciudadana se fundamenta en la cobertura de internet y dispositivos móviles para involucrar al público general en investigaciones científicas, a través del suministro de datos que cumple ciertas características básicas. De esta forma el ejercicio de ciudadanía evoluciona en "ciudadanos científicos", como aquellos observadores y que construyen ciencia fuera del laboratorio.
En mayo de este año, la Sociedad Julio Garavito, de la Astronomía y de las Ciencias Espaciales en general, anunció la "Noticia de Co-Descubrimiento de Asteroides por Medio de Ciencia Ciudadana". Ello fue posible a través de la interacción de ciudadanos interesados en la astronomía.
Sin duda, la participación de los ciudadanos en actividades científicas nace de comunidades alrededor de temas de interés. Por ejemplo, en el Festival de Innovación que se lleva a cabo en la ciudad, se realiza Medelab, un ejercicio de ciencia, innovación social y arte ciudadano que reúne 13 laboratorios o espacios de creación ciudadana.
Medelab fue la excusa para hacer visibles laboratorios de sonidos con invidentes o ideas de transformación urbana en la Plaza de la América. También se construyeron electrodomésticos impulsados por la energía producida por montar en bicicleta.
Hace un par de años, en Brasil varios ciudadanos científicos descubrieron una variedad de planta que tan pronto sus frutos están maduros, se arrodilla con sus ramas para dejar las semillas en el suelo. Igual, ha sucedido con el proyecto WorldBirds, diseñado para contar con bases de datos sobre aves. El proyecto impulsado por la Sociedad Británica para la Protección de Aves, Birdlife International y la Sociedad Audubon de Estados Unidos, se desarrolla en Uruguay, Estados Unidos y Reino Unido. Actualmente en Uruguay hay más de 150 usuarios y 15.000 registros de aves de más de 360 especies.
Otra iniciativa de Ciencia Ciudadana en Sudáfrica, busca la conservación de la biodiversidad a través del uso de la tecnología para catalogar, evaluar, monitorear y proteger la flora y fauna nativa de la Clansthal Conservancy.
Fiel a la tendencia actual de colaboración, la Ciencia Ciudadana es un escenario que vale la pena fortalecer como dimensión del ejercicio ciudadano. Empoderar a los ciudadanos de herramientas para la generación de conocimiento científico, es afirmar los derechos y responsabilidades de la ciudadanía.
Solo en la medida en que todos nos untemos de ciencia podremos apropiarnos de ella para resolver los problemas cotidianos
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