Hoy, cuando miles de pancartas con las imágenes de colombianos secuestrados inunden las calles de las principales ciudades, en Medellín la foto de Javier Antonio Torres volverá a sobresalir entre la multitud.
Sus familiares volverán a marchar por la libertad de todos los secuestrados y de su ser querido secuestrado por las Farc hace 20 años.
A pesar de tanto tiempo transcurrido, de la falta de noticias suyas desde el principio de esta separación forzada, la familia no pierde la esperanza de ver libre a su hijo y aún se resiste a creer que pueda estar muerto.
En las marchas anteriores, cientos de personas que se movilizaron en solidaridad con las víctimas del secuestro conocieron la dolorosa historia de esta familia.
A la última movilización, el pasado 20 de julio, Los padres y unos amigos asistieron con camisetas estampadas con su foto y una pancarta con su imagen y su clamor: "20 años esperándolo, déjenlo regresar".
Su padre, Benildo Torres, no pudo ocultar entonces su amargura. "Ha sido un dolor profundo, prolongado e inaguantable. A mi hijo lo secuestraron y nadie más se acordó, hemos tocado muchas puertas, pero solo a nosotros que lo lloramos le importa".
La pesadilla empezó en 1987, cuando Javier, a pocos meses de completar 21 años, prestaba servicio militar obligatorio. Quería terminar esta etapa e iniciar su carrera de derecho, para la que ya estaba inscrito en la universidad de Medellín.
Pero un día de abril, la guerrilla atacó el municipio de Andes y una caravana militar fue enviada a la zona. Javier condujo uno de los camiones, pero en Betania, las Farc emboscaron los vehículos militares y lo plagiaron.
Como muchos familiares de secuestrados, la familia de Javier Antonio siente en cada marcha que la sociedad civil reaccionó y se solidariza con las víctimas.
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