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¿COLPENSIONES O COLTENSIONES?

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08 de junio de 2013
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Buscando la etimología de la palabra "jubilación" encontré una historia demasiado hermosa para ser real:

"[…] tiene un origen hebreo y otro latino. En el primer caso tiene su origen en la ley de Moisés, que estableció que una vez cumplidos los 49 años (siete veces siete) debía celebrarse una fiesta -el yobel- para dedicarse a reflexionar, meditar y volver a la esencia de la vida, pero siempre con gozo y alegría. El año 50 se dedicaba, pues, a disfrutar con júbilo de lo que se había conseguido en los años anteriores. Esto dio lugar al término latino jubilatio, jubilationis, que significa gozo, alegría, júbilo".

Pero Moisés no era colombiano. Ni jubilación, aquí y ahora, significa lo mismo que por aquellas calendas.

De 49 años, edad fijada para el acontecimiento, vamos en 62 para los hombres y 55 para las mujeres, con tendencia a aumentar por cosas de la economía. Bien lo dice Murphy: "si algo va mal, es susceptible de empeorar".

Varias entidades han estado encargadas de velar por las pensiones en Colombia. Primero fue el ICSS, luego el ISS y ahora Colpensiones. Que mejor debería llamarse Coltensiones. Aunque la mona se vista de seda…

Jubilarse entre nosotros siempre ha sido un desafío del que no todos salen bien librados. Por lo menos no muy rápido.

Por años, los partidos políticos y los dirigentes han hecho fiesta con los recursos, porque no hay nada más fácil que derrochar lo ajeno. El ISS y Cajanal fueron condenados a una muerte lenta gracias al desparpajo en la utilización de sus ingresos. Burocracia y corrupción no han faltado y no han sido ajenas evasión de pagos y reformas promovidas para fortalecer los fondos privados, que desvían capitales, especulan con las finanzas y casi nada hacen por el sector productivo.

De ahí que el diagnóstico sea de lo más deprimente: Demoras en la aprobación del ingreso del beneficiario al sistema pensional. Semanas desaparecidas, cuando no la historia laboral completa. Pensiones mal liquidadas. Incumplimiento en pagos. Negativa de Colpensiones para revisar y corregir los errores, lo que obliga a los dolientes a entablar costosas y largas demandas (aproximadamente 54.000 reposan en los anaqueles de espera).

Renuencia para aceptar y aplicar los fallos en contra que recibe y falta de eficacia en las autoridades para obligarlos a que los acaten.

Para cubrir errores viejos y faltantes de siempre, a los legisladores sólo se les ocurre aumentar el valor de las cotizaciones y la edad de jubilación. No contemplan la posibilidad de que el gobierno cubra el dinero que está debiendo ni tampoco se enfrenta eficazmente la corrupción, que se roba los aportes o que establece pensiones exorbitantes, como las de los congresistas, legislando a su favor.

Pobres aspirantes a jubilarse mañana, cuando la aplicación de estrategias impuestas desde la ceguera les exija que aporten hasta los noventa años o más, para llenar el barril sin fondo de la voracidad financiera de nuestros políticos y dirigentes.

Claro que hay jubilados de buenas, qué tal que no. Algunos han resuelto su situación pensional sin traumatismos, pero en general los pensionados son el trompo pagador de un sistema que, en vez de respeto y consideración por sus aportes, no sólo al crecimiento industrial del país sino a las arcas del Estado, los ve como como un problema enorme. Un problemononón que nadie parece querer solucionar.

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