Inicia el Presidente Juan Manuel Santos la era de la Prosperidad Democrática, que se fundamenta en la búsqueda del Estado eficaz para mejorar el nivel de vida de la gente, su vital y central preocupación. El Primer Mandatario fijó ya su hoja de ruta, denominada "Protocolos de ética superior y el buen gobierno", con una serie de valores para lograr un mandato probo, transparente, justo, equitativo, efectivo, competitivo, con estándares de clase mundial, centrado en resultados y, sobre todo, pensando en el bienestar de los colombianos.
Conocedores de esta obsesión del Presidente Santos por la ética y el Buen Gobierno, recordamos el "Decálogo del Gobernante", un texto que puede servirle también de guía para hacer realidad su sueño de liderar un gobierno que actúa como en "una caja de cristal", con total transparencia y claridad:
-Tener principios y sobre ellos trazar políticas y objetivos. -Obrar con fe, confiando en el hombre. -Decidir las mejores alternativas, aún contra la opinión de consejeros, cuando hay que salvar principios. -Saber qué se sabe, porque el que no sabe qué no sabe, se equivoca fácilmente. -Contar con autoridad moral, ya que sólo con ella se ejerce bien el poder. -Entender que el cambio genera el cambio, sacrificando ventajas temporales y esperando con paciencia que se produzcan resultados. -Comprender que los hombres hacen las instituciones, dándoles responsabilidades para que se sientan parte de la obra de gobierno. -Aceptar también que las instituciones hacen a los hombres, porque ellos crecen frente al reto de las cosas difíciles. -Dar para recibir, cumpliendo con el deber. -Y lo más sensato, admitir que no hay nada nuevo bajo el sol.
En la histórica votación de Santos fue claro el mensaje del pueblo colombiano: lo eligió para que continuara con el legado del Presidente Uribe y siguiera por el rumbo de la seguridad, la confianza inversionista y la cohesión social. Mandato que sabe muy bien que deberá cumplir, además de su plan específico de Buen Gobierno. Es obvio que se observarán diferencias de talante y estilo, pero no dudamos que el Presidente Santos, como hombre inteligente, sagaz, conciliador y audaz que es, sabrá interpretar las actuales necesidades y demandas de los ciudadanos. El sólo perfil del gabinete, que ayer realizó una fructífera reunión de empalme, es prenda de garantía para el buen futuro de Colombia.
Si bien son múltiples los retos y dificultades que tendrá que afrontar el nuevo Mandatario es importante recordar que nuestro país ya no se considera como un Estado fallido. Durante la era de Uribe, se multiplicó por cinco la inversión extranjera, se redujo el porcentaje de endeudamiento, se mejoró el coeficiente Gini de distribución de ingreso, se crearon más de tres millones de empleos y se redujo la pobreza en cerca de dos millones de personas. Pero aún estamos lejos de los índices de desarrollo deseables.
Por tanto, en la era Santos el mayor desafío será elevar la calidad de vida de todos los colombianos que esperan "trabajo, más trabajo y mejor pagado", tal como lo prometió en su campaña. Esperan también que no se baje la guardia frente a la Seguridad Democrática, pues no sólo la "culebra está viva" sino que la presencia de la guerrilla en Venezuela exige una acción diplomática, que no puede ser incompatible con la contundencia y la firmeza para defender nuestra Nación, estrategia que además deberá ser la constante en el manejo de las relaciones internacionales.
En este inmenso compromiso por alcanzar la Prosperidad Democrática y convertir a Colombia en la "nueva estrella del Sur", se requiere de la colaboración armónica de las demás Ramas del Poder. No es labor exclusiva del gobierno del Presidente Santos. Esperamos del Congreso y de las Altas Cortes el efectivo cumplimiento de sus obligaciones constitucionales, trabajando por el bien de todos y olvidando intereses politiqueros, posiciones personalistas y bajas rencillas, que en nada benefician el desarrollo sostenible ni la paz de Colombia. ¡Muchos éxitos, doctor Juan Manuel Santos!
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