"La pregunta es lo que le da asombro a la vida", Laura Mejía (16 años, interpreta a Violeta).
"A veces la gente dice que vivo en otro mundo", Samuel Peláez (10 años, Sócrates niño).
"Sócrates, de los sueños de Violeta y las aventuras de Garabato", es el primer montaje teatral de música y danza que la Universidad de los niños de Eafit presentó bajo la dirección de Carolina Giraldo, con dramaturgia de María Isabel Escobar.
La universidad de los niños es un proyecto, pionero en Colombia, para el cual los chicos no son "clientes potenciales" (lenguaje bárbaro del marketing empresarial) sino seres del Presente, sin la visión utilitarista del menor como "forjador del futuro". La pregunta es su premisa filosófica.
Por lo visto en escena, la obra es el resultado de un año de encuentros cuyo objetivo central fue escuchar a los niños. La trama cuenta parte de la infancia y la adolescencia de Violeta ("la niña que se sumerge en los libros como un pez con aletas"), y el Gato Garabato, quienes encuentran en la biblioteca a un hombre "curioso, sabio, bondadoso y de belleza interior". Un adulto con espíritu de niño: Sócrates.
"Sócrates..." presenta en un lenguaje simple, con la sonoridad de las palabras en la boca de un niño como único adorno, un elogio a la infancia y, al mismo tiempo, una sacudida a los adultos, soberbios y prepotentes, que se creen dueños de la verdad, protagonistas de un proceso ya culminado: sin nada por aprender. Y lo que es peor: que hacen cualquier cosa con tal de callar al niño.
Antes, el cuento del "tenete-allá" consistía en que un tío se llevaba a caminar al niño, la prima "grande" lo motivaba a montar coreografías, la mamá contaba cuentos, la abuela cantaba, el papá sacaba el ajedrez o un trompo.
Cómo ha cambiado la mirada...
La condena de Sócrates, tal y como aparece en esta pieza teatral, es una metáfora de la manera como aniquilamos la curiosidad infantil. Cicuta: sobredosis de televisión. Cicuta: péguese del juego electrónico. Cicuta: conéctese del iPod (cuando no es el niño el conectado, es el adulto).
¿Por qué los niños reprueban Ciencias cuando el experimento en el laboratorio no logra "el objetivo esperado"?
¿Por qué los profesores en lugar de clavarles un 2.0 no se devuelven más bien sobre el proceso empírico y trabajan sobre nuevas hipótesis? Cicuta. Una "Violeta" marchita.
Para el adulto es más fácil sentir que "hizo la tarea" con la lectura de libros escritos por "gurús" de la educación y yendo a conferencias sobre cómo hablar con los hijos acerca de sexo, pudor, violencia, paz... entre tanto, abandonan a los hijos con su compañera inseparable (más no incondicional): la pregunta.
"Mientras más preguntas nos hagamos, más sabios seremos", dice Sofía Encinales (interpretó al ratón Tito). La pregunta no es incondicional: exige salir, experimentar, dialogar, escuchar.
Una vez iniciada esta reflexión, un susurro me obliga a dejar el teclado: "Mami: ¿cómo se hace el agua?".
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