No hay zonas libres de corrupción en Europa. Los Veintiocho, sin excepción, padecen el lastre que hoy le cuesta al continente unos 120.000 millones de euros.
Cecilia Malmstrom, comisionada europea, divulgó ayer el primer estudio que hace el organismo sobre el tema. Explicó que la cantidad de dinero perdido por sobornos, pagos excesivos, financiamiento político ilegal y otras prácticas inescrupulosas equivale al presupuesto operativo anual de la Unión Europea y lamentó que, aunque muchos países cuentan con mecanismos para combatir la corrupción, no empiezan a aplicarlos pese a cinco años de crisis económica.
El estudio no proporciona una lista de cuáles son los países más corruptos, pero Malmstrom reconoció que las "democracias jóvenes" en Europa, a menudo retratada como una de las regiones más limpias y transparentes del mundo, confrontan desafíos particulares.
«La corrupción mina la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas y en el Estado de Derecho, daña la economía europea y priva a los Estados de unos ingresos fiscales muy necesarios. Algunos indicadores muestran que la corrupción ha crecido con la crisis. Pero precisamente la crisis demuestra la necesidad de luchar contra ella, aunque solo sea por razones económicas", dijo la comisionada.
El documento incluyó un sondeo sobre la actitud de los europeos en relación con la corrupción. La encuesta mostró que tres cuartas partes de los europeos (76 por ciento) creen que la corrupción está muy generalizada. Grecia e Italia son los países en que sus ciudadanos tienen esa percepción en niveles más elevados, con el 99 por ciento y el 97 por ciento, respectivamente, mientras que en Lituania, R. Checa y España esa cifra llega al 95 por ciento.
Dicha percepción contrasta con la de los países nórdicos: para 75 por ciento de la población de Dinamarca la corrupción es algo excepcional, así como para 64 por ciento de los ciudadanos de Finlandia y 54 por ciento de los de Suecia.
El estudio recomendó a España, por ejemplo, que es necesario prestar más atención a la supervisión de los préstamos, así como a la consolidación de las cuentas de los partidos políticos, incluidos los ámbitos regionales y locales.
Víctor Corcoba, escritor y columnista español, dijo a El Colombiano que en su país el grado de corrupción es "tremendo", hasta el punto que las instituciones judiciales se encuentran colapsadas de casos, que afectan también a ayuntamientos y comunidades autónomas.
"Hay que reforzar la rendición de cuentas desde auditorías externas. De nada sirve reforzar los mecanismos de control y elevar las sanciones, si los poderes ejercen injerencia en el funcionamiento de estas inspecciones. En España, insisto, va a ser muy difícil cambiar la cultura del pelotazo, del dinero fácil, cuando se han perdido los valores de responsabilidad", dijo Corcoba.
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