Con alguna frecuencia los lectores se molestan con las fotografías que pueden interpretarse como morbosas, atrevidas o eróticas.
El lector Federico Díaz González cuestiona la imagen de dos adolescentes fotografiadas por detrás, que ilustró el informe periodístico publicado el 28 de agosto, página 8a.
Dice que "en mi opinión, es obscena la fotografía que acompañó al artículo publicado hoy, bajo el título "Buscan frenar la explotación sexual". Esa fotografía, tomada de abajo hacia arriba para que sea más reveladora, es denigrante para las mujeres sin importar que no se vean sus rostros y aunque sepamos que están dedicadas a la prostitución".
Según lo que averigüé, la intención no era irrespetar a las menores que sirvieron de modelo. "La fotografía es tomada en contrapicado para así resaltarlas en una silueta y no identificar los personajes, los cuales son dos señoritas que no son ningunas prostitutas si no que simplemente nos colaboraron para ilustrar el tema...", explicó el fotógrafo.
Seguramente cada lector tendrá una visión diferente del asunto. Sin embargo, es oportuno señalar algunas ideas para profundizar en la reflexión.
En esta clase de fotografías está en riesgo la intimidad de las personas, su dignidad y buen nombre. Considero que se debe evitar la publicación de imágenes que pueden estimular la curiosidad morbosa y que no aportan elementos informativos de interés o importancia.
El derecho a la vida privada y a la intimidad no puede violarse en virtud del derecho a la información. Esa es la regla universal y general, a menos que haya una motivación mayor que afecte el interés público en materia grave.
También es necesario tener en cuenta el poder de las imágenes en un mundo cada vez más visual. La fotografía genera múltiples percepciones que pueden ir más allá de su mera estructura.
Lo expresamente descrito en la fotografía, lo que es sugerido o connotado y su contexto periodístico y gráfico son tres raciocinios clave a la hora de la edición y la publicación. Creo que el periodismo responsable y de calidad debe afinar el criterio y la intención, y prever el posible impacto.
En resumen, los lectores tienen derecho a la información y las personas a que se les respete el derecho a la intimidad, al honor, al buen nombre. Caer en la tendencia al sensacionalismo, al morbo o a erotizar las páginas, es un riesgo latente que excede los mandatos de la ley y los principios de la ética y del ejercicio de la profesión.
En este caso, como en el de las fotografías de violencia, el deber es informar respetando las sensibilidades del lector y la dignidad y el derecho de las personas y de las víctimas y sus familias.
*Defensor del lector de EL COLOMBIANO
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