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Cuando Morfeo llega al revés

17 de junio de 2009
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En estos tiempos las ciudades no se apagan. No importa si es lunes o domingo. Alguna luz o algún carro, en realidad son muchos, andan por ahí. Eso solo indica que mientras unos duermen, algunos están en plena hora laboral.

El vigilante del edificio, el taxista, el médico que hace turno, el periodista que cubre la noche, el barrendero, el policía, y así se podrían seguir enumerando.

Sin embargo, si bien la noche se ha vuelto momento para trabajar, ella se hizo para dormir.

El sueño se induce por la producción de melatonina. La hora para hacerlo se aprende por los ciclos de luz, llamados circadianos, los cuales son captados por la retina. El cerebro registra el cambio entre el día y la noche, y cuando ésta llega, se produce, dándole la señal al cuerpo para que se prepare y pueda dormir.

Ella también induce una serie de cambios químicos. "Uno en el ciclo de sueño está produciendo la hormona que activa la función tiroidea, incluso las hormonas del crecimiento, las del metabolismo adecuado, y otras más", explica el neurólogo Luis Alfredo Villa López.

Así, cuando alguien empieza a trabajar de noche y a dormir de día, es como si viviera al revés. Le pasa lo mismo que a quien viaja a otro país: sufre un desequilibrio entre su reloj interno y el nuevo horario. La diferencia está en que en el otro lugar hay un estímulo lumínico, y es más fácil adaptarse adecuadamente.

¡Que no le hablen!
Juan Diego Zapata, conductor, dice que cuando trabajó de noche, de las 9:00 p.m. a las 6:00 de la mañana, ganó unos cuantos kilos. "¡150! Es que uno duerme, come y trabaja. Es algo sedentario". Rodrigo Moreno, vigilante, es contundente: "además de trabajar, hay que luchar por vencer el sueño".

Dormir de día no es lo mismo que hacerlo de noche. El mundo, por decirlo de alguna manera, no está preparado para ello. Suena el teléfono, tocan la puerta, los niños hacen bulla, y "hace mucho calor", añade Moreno.

El sueño tiene varias etapas, pero un buen descanso necesita llegar a un estado profundo, y a lo que se conoce como fase REM, donde hay un movimiento ocular rápido. De esta manera, cuando no se logra tener un sueño reparador, se viene todo lo demás: cansancio, fatiga crónica, irritabilidad, malgenio, estados depresivos, insomnio diurno, problemas de concentración, trastornos en la memoria, alteraciones del metabolismo.

Y si a esto se le suma que no se puede estar con la familia, porque no coinciden en el tiempo en que están despiertos, las cosas son aún más difíciles.

Las personas que trabajan de noche "deberían irse de una a dormir", aconseja el neurólogo Villa. Debido a que, por ejemplo, la luz del computador envía señales de luz que retardan más a Morfeo. Además, agrega el médico, dormir más no es dormir bien. "Es mejor poco, pero quedar reparado".

Sin embargo, no todos los casos son iguales. Hay quienes tienen una fase retardada de sueño, que no se duermen sino hasta las tres de la mañana, y que así funcionan bien. Son ellas, por tanto, las ideales para trabajar, cuando los otros duermen.

La noche se hizo para dormir, aunque algunos vivan en un verdadero mundo al revés.

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