En su casa, Rosita tiene 62 hojas de cuaderno, de las grandes, ocupadas por lado y lado por todos los nombres raros que ha encontrado en los periódicos desde 1987.
Los recorta y los pega, en lista. Cada nombre no ocupa más de un renglón. Y eso que dice que tiene “bolsadas de nombres” aún sin pegar.
Y entonces empieza a recordar algunos: “En Panamá encontramos una señora con el nombre de Simia y tuvo dos hijos, a los que puso Mica y Mono. Y hay un par de mellizos que debieron haber nacido en Semana Santa. Sus nombres son Ayuno y Abstinencia”.
Todo empezó en los ochenta, con su papá, Roberto Cadavid, más conocido como Argos, quien era columnista de El Espectador y EL COLOMBIANO.
Rosita cuenta que él, entre sus múltiples pasatiempos, tenía recolectar nombres raros, hasta que un día la comisionó a ella para que siguiera con los recortes y de eso van más de 20 años. Lo que pasó es que, como si fuera una herencia familiar, José Roberto, su hermano, en 1996 inició con el mismo hobby aunque, expresa él, nunca pasó de ser eso, hasta este año.
Después de conversaciones con los amigos, alguno les dijo que por qué no escribían un libro y a ellos les quedó sonando la idea y ya tiene nombre y se vende en las librerías: ¿Cómo dice que se llama?
Lo que hicieron fue seleccionar de los tantos nombres recogidos, una lista que no pusieron en lista. “Se lee en un formato muy humorístico”, señala José Roberto.
Querían un texto más amable para leer y por eso hicieron una clasificación: nombres fisiológicos, patológicos, anatómicos, farmacéuticos, fúnebres, inclasificables.
Y así van tratando de contar la historia de esos nombres o, por lo menos, lo que parece que pasó para que alguien lo terminaran nombrando, por ejemplo, Semen de los dioses, Cabalgata Deportiva o Victoria Apretada.
José Roberto cuenta que el directorio telefónico fue una de sus fuentes, así como el internet y la Registraduría Nacional de varios países. Rosita, que sigue coleccionando, ya sabe que en los edictos y las páginas sociales va a la fija.
Y si bien en principio da risa, también hay una intención de estos dos hermanos: que los papás piensen en el nombre de sus hijos. “Es un llamado a reglamentar el uso y a elevar el nivel cultural”, añade él. Porque muchos nombres son raros y ya, pero otros pesan por grotescos, difíciles o generar burlas. En algún lugar existe Quintimiripiridiano, Seno, Peligroso, Anal Rafael y Clítoris.
También está la historia de un italiano que quería un niño. A la primera bebé la puso Esperanza. A la segunda, Siga y Avanti. A la tercera, Paciencia contra el destino. Y cuando llegó el esperado, ¡Por Fin Bienvenido Carajo!.
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