Como cuando los hierros superan las fuerzas, la moral se le fue al piso. Ella llevaba un mes entrenando y animada, pues quería viajar. Pero de un momento a otro todo se vino abajo y no pudo ir al Mundial júnior de Perú. Todavía se duele al hablar del tema.
Hace dos semanas, Darly se quedó en casa porque no consiguió a tiempo el permiso de su padre para salir del país, requisito por ser menor de edad. Él, trabajando en un barco en el mar, no pudo mandar la firma que dejó a la chica sin su ilusión.
"Parece ser que lo que no es de uno, no es de uno", dice con un dejo de tristeza Darly Sánchez, quien gracias al ánimo de sus compañeros y la confianza del técnico Roumen Alexandrov, desde hoy estará en el Nacional juvenil en busca de un cupo al Mundial de Malasia.
"La verdad que ya me quiero olvidar de eso. No deseo estar triste, porque soy una persona a la que le gusta sonreír, así tenga problemas. Ahora quiero dedicarme a lo que será este certamen que también nos da la oportunidad de un cupo a Malasia".
Agrega que es de las que les gusta molestar a sus compañeros, hacerles charlas y realizar actividades como jugar fútbol ahí en la cancha de Pinocho, detrás de la Villa Deportiva, "para desestrezarme", advierte una animada deportista que hace dos años dejó a su natal Turbo, para buscar mejores horizontes en Medellín.
Darly tiene entre ceja y ceja el oro y sabe que no está lejos de conseguirlo. En estos momentos está alzando 87 y 107 kilos. La marca exigida por la Federación es 200 y cree que puede hacerlo.
"Las posibilidades no solo mías, sino de todo el equipo. Estamos reparados para cumplir un gran papel, gracias al apoyo del profe. Vamos a ver si todos estos entrenamientos, sacrificios y esfuerzos nos dan victorias".
Mientras aumenta el peso y coloca los discos, respira y se prepara para levantar más de 100 kilos, comenta que en la Selección Antioquia "se prohíbe estar triste, hay que ponerle son a las cosas, dejando a un lado los malos ratos".
Pico y Placa Medellín
viernes
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