Nadie pensaría regalar un anillo de excrementos y menos ponerse a averiguar por qué las ratas y las mujeres comparten el mismo gusto por el agua mineral. No se enoje, pero estos han sido temas de investigaciones científicas.
Permiten, como dicen los muchachos, tirar caja (reírse). Dan risa, pero de pronto hay algo serio detrás. El premio Nobel, Stanley Prusiner, fue objeto de burlas por sus colegas cuando afirmaba que la enfermedad de las vacas locas la causaba una proteína, el prión, que no se conocía entonces, y no un virus.
Y aunque dar rienda suelta a la imaginación para resolver asuntos a veces deriva en notorios fracasos o en un chiste, el mundo avanza gracias a la chispa de ciertos personajes.
Andreas Liefooghe, de la Universidad de Londres, busca aplicar la relación de los humanos con los caballos a la teoría organizacional. Y tiene su cuento montado.
¿Diamantes o excrementos? Hace unos 13.000 años el clima se enfrió. Rex Dalton publicó que se debió al impacto de un cometa, que alteró el clima. Como evidencia citó microdiamantes en sedimentos. Ahora otro grupo sugiere que no son diamantes sino heces carbonizadas de artrópodos. ¿De qué será el anillo que ese par haya regalado a sus esposas? Uno será de diamantes, pero el otro...
Cerca de la mitad de los astronautas alcanzan, para ser elegantes, la última frontera del mareo: ¡el vómito! Imagínense en gravedad cero una mezcla de todo viajando dentro de la nave. Por eso era necesario desarrollar bolsas adecuadas. La Nasa se inventó un vómito artificial, de modo que fuera más fácil que un ensayo en vivo.
Los genios del Laboratorio Poly-Pedal en la Universidad de California descifraron un gran secreto: la cola de las lagartijas funciona como un quinto pie de emergencia, por si los otros fallan. Se podría emplear en robots que asciendan por las paredes, dijeron ¿A quién se le había ocurrido?
Tampoco nadie había pensado en algo que ni un gran mujeriego conocería: las mujeres jóvenes son similares a las ratas. No piense mal: ambas muestran una preferencia igual por el agua mineral. Pese al desgastante estudio, no quedó claro, al fin de cuentas, quién se beneficiaría más con el resultado, si los roedores o ellas.
Aunque esta diplomática relación entre especies parezca extraña, Peter C. Sundt en el journal Elevador World intenta resolver el enigma de la pirámide de Giza. La hipótesis que desarrolló: seguro emplearon un ascensor halado por 40 hombres, para subir los pesados bloques a razón de 2 toneladas con una velocidad de 30 metros por minuto. Quizás algún día se encuentren vestigios que corroboren la capacidad deductiva del señor Sundt.
¿Saldrá algún desarrollo futuro de este derrame de creatividad? Por lo pronto, a revisar anillos. Y a proponer otros estudios tan interesantes.
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