Si es por puro capricho, mejor dejarse las amalgamas quietas, dice el odontólogo Andrés Aristizábal.
Las razones para no cambiarlas son variadas, desde la funcionalidad de los dientes hasta el beneficio mismo, que puede no ser mayor.
"Si fueron hechas con unas buenas condiciones, un buen material y una excelente preparación del molar y están funcionando de una manera adecuada, no es necesario reemplazarlas", recomienda el especialista.
Es decir, si no presentan líneas de fractura, ni zonas de filtración, ni molestias en el paciente y al evaluarlas por medio de la radiografía se ven bien, pues es mejor que se queden allí.
Hizo carrera que este material de restauración, aleación de mercurio y plata, podía ser el responsable de migrañas y jaquecas, pero Aristizábal responde que no hay evidencias científicas para tal señalamiento.
Cuándo reemplazarlas
"Se cambia cuando la solicitud estética del paciente es muy grande o cuando la amalgama presenta problemas", dice el experto.
En el primer caso, agrega Aristizábal, hay que advertirle al paciente sobre los resultados finales y las consecuencias de su decisión, así como de los costos en los que incurriría.
Porque las dichosas amalgamas (esos parches plateados o grises sobre las muelas) se pueden reemplazar por resinas para dientes posteriores, incrustaciones en metales preciosos (oro), en porcelana o en polividrio y cada uno de estos tiene un valor diferente.
"Hay que advertirle al paciente que la resina no es igual de resistente a la amalgama y es posible que tenga que volver a cambiarla al poco tiempo", expone el odontólogo.
En ocasiones es necesario, incluso, hacer las incrustaciones o coronas completas en porcelana, porque el diente no cuenta con una zona suficiente para retener la restauración.
El paciente tiene que tener en cuenta y el odontólogo le debe advertir, que las amalgamas, además, pueden generar un tatuaje en el esmalte sano.
Así que puede hacerse la restauración, pero quedar manchas grises y eso hace necesario que se tenga que tallar más el diente para evitarlas, lo que puede reducir la resistencia del molar.
Por eso, si no se hace una buena valoración y no se utiliza el material correcto, cambiarlas puede ser más perjudicial que beneficioso.
La última recomendación es que el cambio lo haga alguien experto en restauración para que la intervención sea correcta y no genere problemas posteriores en la dentadura.
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