Hace más de 40 años doña Stella Duque , quien ya está jubilada, vive en el barrio Prado, en una propiedad que su familia le compró a un hombre de apellido De Greiff y que forma parte de las 266 casas que fueron declaradas patrimoniales en uno de los sectores más emblemáticos de Medellín.
Esa estructura inglesa con aires eclesiásticos, entrada empedrada y amplias habitaciones, se conserva a pesar del tiempo, pero como dice doña Stella "cuesta mucho mantenerla y nosotros no somos ricos".
Y es que a pesar de que desde la administración pública les ofrecen un incentivo a los propietarios de las casas por medio de la reducción del impuesto predial, para que se le pueda invertir al mantenimiento de las propiedades, el gasto sigue siendo mucho, y más para un barrio en el que ya no viven las élites de la ciudad y el estrato está por encima de cuatro.
Felipe Velázquez Castrillón , coordinador de Patrimonio de la Junta de acción comunal del barrio Prado, indica que con los incentivos no es suficiente y que el estrato del barrio debería bajar.
"Podemos seguir siendo estrato cuatro pero que se nos cobren los servicios como si fuera estrato uno. Esto sería una gran ayuda, de hecho, la iniciativa se le presentó a la Alcaldía pasada y no sabemos eso en qué va".
La idea la apoyan también, propietarios como Amanda Agudelo , quienes tienen propiedades antiguas y desgastadas pero que están por fuera de la lista de las 266 casas patrimoniales. Sus casas necesitan intervención y no cuentan si quiera con el incentivo.
"La carga que tenemos que pagar de predial es altísima, casi 500.000 pesos y mi casa ya esta muy vieja", dice
Sin embargo el decano de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la UPB, Felipe Bernal , quien ha trabajado el tema patrimonial, afirma que con el Plan Especial de Protección Patrimonial, Prado tiene condiciones de valoración y nuevas directrices, pero reconoce que este es un barrio en el que es difícil vivir.
"Son casas que incluso requieren un mantenimiento continuo y el Estado no logra en últimas poner un aporte muy importante por tener un bien de interés patrimonial".
Agrega además que en caso de querer realizar una intervención, se debe hacer por medio de una autorización del Ministerio de Cultura, lo que hace que las edificaciones empiecen a cambiar de dueño "con organizaciones que sean capaces económicamente de sostenerlas".
¿Perdió su esencia?
Al arquitecto Bernal no le preocupa la mezcla arquitectónica que ha adquirido el barrio a través de los años, en el que ya se ven edificios de poca altura, cree que se deben respetar las condiciones en términos estéticos de altura y volumetría, y sin tumbar las casas construir nuevas edificaciones.
"El barrio tiene una consolidación muy fuerte y es capaz de aguantar pequeñas intervenciones que se hagan en su entorno, y debe adaptarse a las nuevas condiciones, por ejemplo al tema del parqueo".
Habitantes como doña Amanda no se resisten al cambio pues lo consideran "inevitable", pero si les preocupan los cambios de dueño que las acogen con fines comerciales y que incluso las convierten en inquilinato.
Velásquez Castrillón resalta la importancia de que el barrio tenga restricción a ciertas actividades que van desde inquilinatos hasta comunidades religiosas.
Algunos, incluso, causan tensión en los habitantes del sector. "Hay muchos inquilinatos que son problemáticos, donde se alquilan piezas en 5.000 y 6.000 pesos la noche", manifiesta Velásquez.
El líder de la zona afirma también que esa situación ha provocado problemas de inseguridad que ahuyentan a muchos vecinos.
Por ahora, tanto los vecinos como la JAC de Prado piden más prescencia de la administración municipal para la conservación del barrio.
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