En un solo día dos directoras de dos de los diarios más prestigiosos del mundo salieron de sus cargos. La primera, Natalie Nourgayrede, presentó su dimisión del diario Le Monde, por otra parte, Jill Abramson fue cesada de su cargo (editora ejecutiva) en The New York Times, en una maniobra que medios alrededor del mundo califican de "sorpresiva".
No así lo considera Ken Auletta, columnista de la revista The New Yorker, quien se ha forjado una reputación de ser el primero en saber las razones detrás de cada movimiento en la escena mediática de la Gran Manzana, y en todo E.U:
"Lo que me contaron es que Abramson se dio cuenta que su salario y sus pensiones como editora ejecutiva eran considerablemente menores que los de su antecesor, Bill Keller. "Ella confrontó a la junta directiva por eso", me dijo un colega cercano a ella. Esto pudo ser interpretado por las directivas como señal de una persona "molesta". Un juicio que apela irrevocablemente al género", escribió horas después en dicha revista.
Auletta añadió otra razón, esta vez financiera, relacionada con la crisis que medios impresos alrededor del mundo están sufriendo: "se dice que Arthur Sulzberger Jr. (presidente de la junta directiva), cree que el Times, como un periódico financieramente golpeado, necesita mermar buena parte de sus generosos salarios y beneficios".
Sea o no por las condiciones particulares de la reputada empresa, el suceso de ayer pareció para muchos formar parte de una problemática mayor en los medios impresos globales.
Y es que a lo ocurrido en la redacción de la avenida octava en Nueva York, se sumó lo de París: la salida de la directora Natalie Nourgayrede de Le Monde, diario fundado en 1944 y uno de los más reputados en el mundo. Esta vez, su dimisión se produjo principalmente por los conflictos que tenía con la redacción.
Según la agencia EFE, esta no logró "ganar el pulso que mantenía con la redacción en pleno proceso de transición digital y tras constantes bajas". Nourgayrede confirmó eso en su carta de despedida: "La voluntad de miembros de Le Monde de reducir las prerrogativas de la directora del diario es para mí incompatible con su misión".
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