Si Eddier Tálaga nació dos veces era porque la vida le tenía reservado algo muy grande, como en efecto le sucedió luego de haber sido rescatado de la tierra, hace 24 años, cuando un alud de 30 mil metros cúbicos sepultó su barrio y se llevó las vidas de más de 500 personas, entre ellas a cuatro hermanos suyos.
De esa debacle, ocurrida el 27 de septiembre de 1987, de su familia sólo sobrevivieron él, quien fue arrebatado a la avalancha; y su madre y una hermana que se salvaron porque no estaban en el rancho, a la 1:30 p.m., cuando sucedió la tragedia.
"Mi mamá estaba en otra casa lavando ropas y mi hermana ya vivía aparte", cuenta Eddier, ya de 43 años y hecho un hombre, además artista y empleado de la Universidad de Antioquia.
Relata que a él lo sacaron del lodo pasada la medianoche, pero salió inconsciente y despertó a los diez días en la Clínica León XIII.
"Cuando desperté vi a mi mamá, le pregunté qué había pasado y me dijo que me había atropellado un bus y me había partido el pie, pero a los días, por los recortes de prensa, supe la verdad".
Una verdad amarga que le notificó que habían muerto bajo el lodo su hermano Carlos Mario y sus hermanas Aracelly, Luz Carine y Magnolia, apodada Conchita y a quien nunca rescataron.
"Ella debe estar acá debajo si no fue que la reclamó otra familia", conjeturó Eddier parado en el mismo terreno de la tragedia, ya convertido en el Ecoparque Camposanto Villatina, recién construido por la Alcaldía donde fue la avalancha y donde él pintó el mural que evoca la tragedia.
El dolor, la memoria
En su obra, Eddier plasmó los momentos de su barrio, al que había llegado de Frontino siendo un niño. Pintó la avalancha, la misa que lo declaró camposanto, los niños con su inocencia, orfandad y esperanza y los nuevos aires que soplan en Villatina.
"La comunidad hizo aportes valiosos y creo que ellos y yo quedamos satisfechos", opina este sobreviviente de una de las peores tragedias de Medellín.
En este aniversario, el corazón de Eddier está triste. Pero en el lugar no habrá misa ni actos recordatorios, como se hacía cuando la comunidad cuidaba el parque, "ahora pertenece a la Alcaldía y no manifestaron nada", afirmó Joaquín Calle, de la Corporación Camposanto. "En el fondo de mi corazón tengo la memoria de lo que esto fue y lo que pasó, pero prefiero no recordar, eso me lastimaría mucho". Lo dijo Eddier parado junto al mural de la memoria.
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