EL COLOMBIANO hace entrega por undécima vez de los reconocimientos El Colombiano Ejemplar. El jurado quiso que en esta fecha se hiciera un homenaje a quien estuvo siempre presente en sus reuniones, hasta aquélla que definió los anteriores Colombianos Ejemplares, los entregados en 2009. Esta persona, María Victoria Gómez de Ortiz, se destacó "por su apoyo, su criterio y su don de gentes", según las palabras del Jurado, consignadas en el Acta.
Ella, desde aquello que los cristianos llamamos Cielo, nos acompaña esta noche y comparte la alegría de ver que hay tantos colombianos que construyen país a través del desarrollo pleno de su vocación de servicio. Estos colombianos tienen sus manos llenas, su andar por la Tierra no ha sido en vano, le han dado un sentido a su vida, con sus actos han trascendido, están dejando una huella amable y serán recordados por haber sido seres esenciales.
Porque es una preocupación sentida, pero sobre todo porque tienen una especial sensibilidad, los Colombianos Ejemplares tienen en común su voluntad de sintonizarse con toda la obra de la Creación, el reto de hacer el mundo sostenible y la plena responsabilidad con el planeta que habitan y los seres que los rodean.
Hay quienes tienen el don de crear música y enriquecer el pentagrama. Pero, además, devuelven a su tierra natal buena parte de su patrimonio y les apuestan a los niños, pensando en un mejor futuro para ellos. Recuerdo que como estudiante hice una entrevista a un sabio de la música. Esa entrevista quedó grabada en mi corazón, por la calidad humana, la humildad y el conocimiento de quien merece el nombre de Maestro, con mayúscula.
Quizás la manifestación más perfecta de la armonía la da una orquesta. En ella, todos los instrumentos están afinados y sus interpretaciones son como un anticipo del Cielo. La orquesta hoy reconocida no sólo actúa en afamados escenarios sino en las calles, los parques, las iglesias, los colegios, para acercar la música al hombre común, que bien lo merece.
Otros, son ejemplo de superación personal, sea por limitaciones físicas o económicas, y ondean con sano orgullo el tricolor patrio al recibir medallas en justas mundialistas.
Hay quienes se alejan de los centros urbanos y se dedican a cuidar los parques naturales y enseñan a los visitantes que se puede hacer turismo respetando la naturaleza que tanto nos da y a la que tanto maltratamos. Son líderes, pero, sobre todo, sabios.
Otros entrenan a comunidades para que hagan objetos bellos, llenos de diseño, que los extranjeros admiran y adquieren en cualquier rincón del planeta, no sólo en Colombia.
Como en los cuentos infantiles, hay pueblos que tienen su encanto, y personas que trabajan para que sus habitantes los protejan y los turistas se reconcilien con la vida, al visitarlos.
Otros Colombianos comparten mística y conocimiento, se encierran en un laboratorio de sol a sol para estudiar las enfermedades tropicales, prevenirlas y aliviar a quienes las padecen.
Un hombre con vocación de inventor, premiado por la NASA, nació en Buenaventura. Su vida es la creatividad, la que impulsa con el propósito de mejorar las comunidades humanas.
Colombia tiene empresas que trabajan limpiamente, cuyo centro es el bienestar humano y no temieron ser pioneras en volverse multinacionales. Hoy destacamos una que siempre ha practicado la responsabilidad social empresarial y la solidaridad.
Hay empresarios que no sólo hacen bien su tarea sino que, por su excelente condición humana, son líderes de su grupo de trabajo y reconocidos por los accionistas. Ellos dejan una impronta imborrable en unos y otros.
Hay niños que, sin dejar de serlo, quieren compartir sus talentos. Uno de esos talentos es la pintura. Y una niña, que ahora se vuelve mujer, ha multiplicado con sus contemporáneos y con los mayores en los barrios más marginales, el milagro que logra con los pinceles y el color.
Una mujer cargada de años y experiencias ha dejado sus enseñanzas en muchas estudiantes, y en comunidades a las que se ha entregado con pasión y pleno sentido de la solidaridad.
Queremos resaltar que, además de todas sus cualidades y actividades, hay un hilo común que comparten los Colombianos Ejemplares 2009: todos aportan un inmenso grano de arena para mejorar el hábitat, de modo que haya armonía entre los seres humanos, y entre éstos y el pequeño punto en el Universo que llamamos Tierra.
Todos ellos saben que el daño que el hombre hace en un rincón de la geografía afecta el ecosistema global, que se genera un desequilibrio, y que la vida en este planeta podrá desaparecer, si los seres humanos no oyen las alertas que les da la naturaleza.
Saben, también, que la acción para evitar un cataclismo no es de los árboles o las flores. Tampoco, de los peces u otros animales. Ni del agua o los bancos coralinos.
No. La responsabilidad es del ser humano, la criatura que más ha modificado el ambiente y lo ha afectado. Pero ellos, los Colombianos Ejemplares, saben también y son ejemplo, de que el hombre puede parar el daño y revertirlo para frenar la desarmonía que está acabando con el equilibrio ecológico y con el mismo hombre. Es un imperativo ético y a él le responden los galardonados. Por eso son Colombianos Ejemplares.
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