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El Faisán da hogar a fauna desprotegida

La fundación, con sede en San Luis, recupera especies del bosque húmedo tropical para que no se extingan.

  • El Faisán da hogar a fauna desprotegida | El sueño de Luisa y Alfonso es que se respete el hábitat de los animales, así sean venenosos. FOTOS ESTEBAN VANEGAS, ENVIADO ESPECIAL
    El Faisán da hogar a fauna desprotegida | El sueño de Luisa y Alfonso es que se respete el hábitat de los animales, así sean venenosos. FOTOS ESTEBAN VANEGAS, ENVIADO ESPECIAL
17 de agosto de 2014
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Con la voz achicopalada y un gesto en su rostro que da cuenta de su profunda angustia por la naturaleza, Alfonso Martínez, el fundador del Centro Experimental y de Protección Ecológica El Faisán, narra que la carretera entre La Tebaida, en jurisdicción de San Luis, y Puerto Triunfo se podría considerar un cementerio de todo tipo de animales.

La razón es que en los 75 kilómetros de ese recorrido los miembros de El Faisán han identificado unos 50 puntos críticos de alta accidentalidad para osos hormigueros, zarigüeyas, serpientes, ranas, boas constrictor, tigrillos, cusumbos, mapaches, micos, y cuanto animalito intente pasar de un lado a otro del camino.

Los principales responsables de esa mortandad, dice Martínez, son los conductores que se movilizan por la carretera y que, en lugar de disminuir la velocidad cuando se encuentran con fauna, aceleran por miedo a que un animal les cause daño.

Pero lo que no saben muchos conductores, y tampoco la mayoría de los habitantes de la región, del departamento, del país y, por qué no, de nuestro planeta, es que en la relación humano animal, quien es más vulnerable y tiende a desaparecer no es precisamente el hombre, al contrario, son los animales quienes corren peligro, muestra de ello son tantas especies en vía de extinción.

Por esa razón, Martínez y su familia se han dedicado a "recoger diversos animales de las carreteras, para luego devolverlos a los ecosistemas que todavía van quedando, que son muy pocos", cuenta el ambientalista.

Y, para lograrlo, el equipo destinó un terreno de 10 mil metros cuadrados, que funciona como hogar de paso para animales víctimas de la "acción antrópica del ser humano", como lo denomina Alfonso, acción que "causa una mortandad de especies florísticas y faunísticas que no son fáciles de recuperar y que no han sido estudiadas por la ciencia", agrega.

Así arrancó la historia
El comienzo de la labor protectora de El Faisán se remonta a finales de los años 80, cuando Sebastián, Daniela y Luisa Fernanda Martínez, los hijos del fundador, eran bebés. En esa época aún no existía David.

Recuerda Luisa que cuando niña sus juguetes eran las culebras con las que su papá llegaba a la casa y, contrario a lo que muchos pensarían, a DoralbaSuaza, su mamá, no le molestaba ni cinco que tuviera cerca boas constrictor, así existiera el riesgo de que la atacaran.

Y ese amor que papá y mamá sienten por los animales, al parecer fue transmitido como información genética y hoy, a sus 16 años, esa es la motivación que tiene a Luisa estudiando una técnica en manejo ambiental, para aprender y aplicar sus conocimientos en la fundación.

La finalidad de la organización, comenta Alfonso, es "darles hogar a los animales que podemos considerar exiliados del bosque tropical húmedo. Se trata de animales venenosos, que por su naturaleza no pueden vivir en los ecosistemas donde aparecieron, los encuentran campesinos, obreros de fábricas, soldados...".

Entonces, en El Faisán recuperan serpientes venenosas para que no se extingan, las resguardan y, cuando están listas para irse del refugio, las devuelven a su hábitat natural.

Multiplican el conocimiento
A medida de que el hombre ha avanzado con las obras de infraestructura, la fauna se ha ido desplazando. Por esa razón, la meta que se trazó esta familia es que, además de ser una estación de paso para recuperar la fauna silvestre regional, se puedan convertir en un centro de transmisión de conocimiento para los antioqueños.

"Es muy difícil convencer a un campesino que una culebra tiene una importancia ecológica muy interesante, lo mismo sucede con el ciudadano común y corriente, que está perdiendo su patrimonio natural de interés local, nacional y planetario y no hace nada para evitarlo", reflexiona Martínez.

En esa medida, la reflexión que propone la fundación es que conservar no basta, es vital conocer para dejar de atacar a cualquier tipo de especie que componga la fauna regional.

Así que la invitación para los paisas, y, por supuesto, para cualquier habitantes de otras regiones de Colombia, es que cuando viajen por la autopista Medellín-Bogotá hagan una parada en el kilómetro 54, por La Tebaida, y conozcan el refugio.

La idea es multiplicar el mensaje de conservación y comenzar a respetar ya mismo a todas las especies silvestres.

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