Mediante un arriesgado giro de timón, el Presidente Juan Manuel Santos acaba de encaminar su Gobierno hacia el populismo.
Con un as que parece sacado de la manga, dada su evidente falta de planeación, anunció que dará vivienda gratis a los colombianos más pobres.
Sana intención que no estaría mal si un anuncio de tal dimensión fuera acompañado de cifras concretas en torno a su financiamiento y ejecución.
Sin duda, la vivienda es una necesidad sentida de un buen número de familias colombianas en condiciones de pobreza.
El Plan de Desarrollo 2010-2014, Prosperidad para todos, estableció que 1.200.000 hogares presentaban déficit cuantitativo de vivienda, en 2009. Y fijó la meta de construir, en el cuatrienio, 500.000 soluciones de interés social a través del Subsidio Familiar de Vivienda (SFV).
En este orden de ideas ¿qué pasará con el programa SFV que con el transcurso de los años se ha venido ajustando para garantizar, a través del otorgamiento de un subsidio y un crédito en condiciones favorables, el acceso a la vivienda por parte de los grupos de menores recursos?
Al no estar el nuevo programa en el Plan de Desarrollo no existe un sustento presupuestal. Para saber de dónde saldrán esos recursos habrá que esperar el proyecto de ley que, con carácter de urgencia, se presentará al Congreso.
Surgen diversas dudas respecto a su viabilidad. ¿Cómo se va a armonizar este intempestivo impulso con la regla fiscal y la sostenibilidad fiscal en un entorno de crecimiento que, en lo nacional, comienza a presentar ligeros signos de desaceleración y que en lo internacional no muestra señales firmes de recuperación?
Las proyecciones de crecimiento económico de Colombia muestran que en 2012 y 2013 este será menor al de 2011. Además, no es claro que el "boom" de precios de los bienes básicos se prolongue por mucho tiempo.
Todo esto afectará, muy seguramente, los ingresos del sector público, impidiéndole cumplir las metas y compromisos de déficit del gobierno central y su financiamiento.
El país ha encontrado que una de las maneras de ser más eficaces, de focalizar y evitar "fugas" en los programas sociales es a través del otorgamiento de subsidios condicionados, como el de Familias en Acción.
Con el nuevo programa, y en especial por el hecho de que se pretende entregar subsidios del ciento por ciento, pareciera negarse esta saludable práctica.
Hay otro asunto que los congresistas tendrán que dilucidar, pues según la Constitución Política (Art. 355) ninguna rama del poder público puede hacer donaciones a ninguna persona, natural o jurídica, de derecho privado.
Entregar viviendas "completamente gratis", equivale a donarlas. Seguramente en el Congreso se le colgarán las arandelas jurídicas que esquiven esta prohibición constitucional. En otras palabras, el plan de vivienda gratis tendrá su letra menuda.
Lograr que los colombianos más pobres tengan una vivienda digna es una meta noble y exigible a cualquier gobierno. Lo que no cuadra es dónde, cuándo y cómo se harán esas primeras 100 mil viviendas gratuitas que anuncia Santos.
Lo que sí se ve muy claro es la movida política del nombramiento de Germán Vargas Lleras para liderar este programa. Sabemos de su apetito electoral. Y si no, cómo explicar que para un programa de lucha contra la pobreza se designe a un político profesional, no a un técnico ni a un experto en el tema.
Que sea un político no es de por sí malo, pero sí es indicativo de la finalidad política y electoral de la decisión.
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