Lo que pasó la madrugada del 17 de diciembre cuando se convocaron sesiones extraordinarias del Congreso para evitar que se hundiera el referendo, no fue una clara señal de que Álvaro Uribe está en busca de su tercer mandato, sino la posibilidad que tuvo el Presidente para mantener la política colombiana en ascuas, en una especie de limbo en el que durante algunos meses más no sabremos si habrá reelección en 2010 o si se abre la puerta para que llegue un nuevo inquilino al Palacio de Nariño.
Las razones para crear este limbo se enmarcan en una jugada política en la que al existir la posibilidad de que Uribe pueda aspirar en 2010, los posibles candidatos de la oposición pierden todas las opciones de ganar esa elección, y de la misma manera se evita una desbandada de los partidos de la coalición de gobierno en busca cada uno de sus propias candidaturas: los partidos de la U, Conservador y Cambio Radical han manifestado claramente que si el Presidente no se presenta, ellos tendrán sus fichas en la contienda.
Para la oposición el tema no es nada fácil con el fantasma de una candidatura de Álvaro Uribe: en el Partido Liberal y en el Polo Democrático hay buenos aspirantes que tienen opciones de llegar sólo si compiten frente a candidatos afectos a Uribe, pero que se desinflarían por completo si el mandatario es quien los reta en una campaña.
No creo que Uribe haya llegado al lugar de la historia al que llegó para salir con márgenes de aceptación que vienen bajando y con posibilidades de caer más por el pobre desempeño de la economía y la recesión que se va a sentir no sólo en los grandes bancos sino en los bolsillos de los colombianos. El tema por el cual fue elegido el actual gobierno fue la seguridad y el balance es muy positivo, pero al irse solucionando, se está dando paso a la necesidad de priorizar otros que no se pueden enderezar sin tener en cuenta factores externos que no son del resorte del Presidente: se viene una crisis económica y un gobernante que esté en el medio sale mal librado, y a eso no se va a someter Uribe. Ya vimos con DMG cómo una crisis que toca el bolsillo, puede golpearlo.
El limbo creado el 17 de diciembre permite mantener a los candidatos de la oposición y del gobierno agachados hasta tanto Uribe decida a quién entregará el mando y éste reciba su guiño.
En ese momento, cuando al fin el Presidente diga que no quiere un tercer período en 2010, no habrá tiempo de que crezcan los aspirantes que hoy están agazapados, las elecciones estarán encima y la estrategia de retener el poder para la coalición se habrá cumplido.
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